Premium

Mientras más ridículo, mejor

Avatar del Carlos Andrés Vera

Seguramente en China se rían porque para hacernos daño no era necesaria la intervención tecnológica de un país extranjero sino simplemente darles una plataforma totalmente libre a los representantes de nuestra paupérrima cultura política.

Meses atrás escuché una teoría sobre cómo la red social TikTok fue diseñada por China como una herramienta para estupidizar a las juventudes de otros países. Según esa teoría, el algoritmo de la plataforma varía según cada región. En China, por ejemplo, el algoritmo prioriza contenidos educativos, científicos o de propaganda estatal para que sean consumidos por la juventud. En EE. UU., el algoritmo prioriza contenidos insustanciales, sexualizados o simplemente estúpidos que mantengan a millones de jóvenes embobados en la pantalla varias horas al día. No sé si la teoría de la conspiración sea real, pero definitivamente es cierto que en esta parte del mundo TikTok ha estupidizado a mucha gente, políticos a la cabeza, que compiten codo a codo por mostrarse cada vez más ridículos.

Una candidata disfrazada de mujer maravilla. Un candidato que recibe superpoderes de Goku para “salvar a la juventud” en Playas. Una mala imitación de Jean Claude Van Damme ingresando a Guayaquil, descuartizado sobre dos camiones. Un candidato a alcalde poniéndose guantes de box y subiendo las escaleras de la alcaldía de Cuenca con la música de Rocky. En fin, la lista es larga y se irá ampliando a niveles cada vez más vergonzosos en este mes de campaña. Lo que en su momento le sirvió a Xavier Hervas para posicionarse rápidamente ante un electorado con una serie de ideas más o menos disruptivas, ha sido copiado -y muy mal interpretado- por prácticamente todas las tiendas políticas que en lugar de posicionar nombres frescos en el tablero electoral se convierten en promotores de la estupidez.

Me pregunto qué conversarían los desarrolladores de TikTok al ver los resultados de su herramienta en Ecuador. Probablemente, reaccionen sorprendidos porque más allá de su algoritmo, nuestros futuros representantes asumieron como propia la tarea de tratar a la gente como idiota, mostrarse de forma ridícula y promover contenidos sin el más mínimo indicio de inteligencia. Seguramente en China se rían porque para hacernos daño no era necesaria la intervención tecnológica de un país extranjero sino simplemente darles una plataforma totalmente libre a los representantes de nuestra paupérrima cultura política.