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Carlos Emilio Larreátegui: Isabel como ejemplo

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Esta revolución económica sin precedentes se fundamenta en valores claros y en la defensa de las libertades y la democracia

El verano en Madrid asfixia. El sol brilla inclemente desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche. No corre el viento, y los zapatos pesan al adherirse al asfalto. Años atrás, en ese mismo contexto, caminaba sofocado dentro del traje con corbata que debía llevar. Sin embargo, al cruzar la puerta de la oficina todo cambiaba. Y no era por el aire acondicionado -en esa dependencia pública apenas funcionaba-, sino por el espíritu de quienes trabajan allí, convencidos del poder del servicio público y animados por la ilusión de ser parte de un proyecto histórico.

Hablo del Madrid de Isabel Díaz Ayuso, a quien el pasado miércoles la Universidad de las Américas otorgó el Doctorado Honoris Causa.

Años atrás, durante mis estudios, tuve la inmensa fortuna de trabajar como pasante en la Comunidad de Madrid, en el despacho de don Javier Fernández-Lasquetty, entonces responsable de política económica. Allí pude evidenciar de primera mano la revolución que vive la capital española desde 2019, cuando Isabel Díaz Ayuso asumió por primera vez la presidencia.

El libro Liberalismo a la Madrileña, de Diego Sánchez de la Cruz, recoge con detalle esta transformación. Entre sus datos más destacados está el crecimiento económico: la economía madrileña, per cápita, ha duplicado su tamaño desde 2020, superando la media europea. Hoy, Madrid -que hace pocos años no figuraba entre las diez primeras- es la cuarta economía urbana de Europa, solo por detrás de París, Milán y Múnich.

Esta revolución económica sin precedentes se fundamenta en valores claros y firmes y en la defensa de las libertades y la democracia liberal. Frente al avance de modelos totalitarios, Isabel Díaz Ayuso se ha erigido como una valiente y convencida defensora de la libertad en el mundo y de la igualdad de todas las personas.

En estas elecciones, que doña Isabel nos sirva de ejemplo y luz. Ejerzamos el voto para defender la libertad, para hacer respetar nuestro derecho a elegir cómo vivir la vida, para que la dignidad intrínseca del hombre sea siempre la primera consideración de nuestros gobernantes.