Carlos Martínez: De la corrupción a la necesidad de farmacéuticos titulados
Debemos demandar de las universidades y de las grandes cadenas de farmacias que implementen programas de formación
En un mundo en constante cambio, la capacidad de adaptación a nuevas realidades se vuelve más crucial que nunca. La inteligencia artificial llegó para transformar profundamente procesos de producción, de manufactura, de distribución. Sin embargo, en Ecuador, un área que ha involucionado es la salud, hoy con altos niveles de corrupción, tanto en el ámbito público como privado, y con costos desmesurados, afectando gravemente la calidad de los servicios. Ejemplo claro de ello es que en Guayaquil los seguros médicos privados son, en promedio, un 25 % más caros que en Quito. Además, es deplorable el estado de los hospitales, así como los servicios que brinda el IESS. Los trabajadores contribuimos a financiar esta institución mediante impuestos. Sería deseable, ante tanta ineficiencia, tener la opción de decidir a qué sectores destinarlos. Sin duda, el IESS no sería una de mis prioridades.
Por otra parte, algo que siempre ha llamado mi atención es la facilidad con que los ciudadanos pueden adquirir medicamentos en Ecuador: sin ningún tipo de restricciones. La compra de cualquier fármaco sin receta médica, algo impensable e inaceptable en países desarrollados, es una realidad aquí. No obstante, lejos de considerarlo un problema, se lo percibe como una ventaja. Pude comprobar en una reciente encuesta que uno de los servicios más valorados por un grupo significativo de asegurados es el acceso a farmacias y a los descuentos en compra de medicamentos que ofrecen algunos seguros.
El papel del farmacéutico es, por lo tanto, determinante en la vida de los ecuatorianos. De modo que sería sumamente beneficioso contar con personal altamente capacitado en cada farmacia, tal como ocurre en el primer mundo, donde quienes dispensan los medicamentos son profesionales con títulos universitarios en farmacia o medicina. Exigir mayor nivel de preparación en este ámbito garantizaría un servicio más eficiente, y mayor seguridad en la administración de fármacos. Los ciudadanos debemos demandar de las universidades y de las grandes cadenas de farmacias que implementen programas de formación adecuados y que contraten personal calificado. Sería un avance significativo que la carrera de farmacia se implementara en Ecuador, y que contar con título profesional sea requisito obligatorio para trabajar en la dispensación de medicamentos.