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César Febres-Cordero: Alondra y los indignados hijos del yugo

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Nuestros símbolos patrios no son sagrados en sí mismos

Este martes el país amaneció con la noticia de que a Alondra Santiago le habían quitado su visa con el fin de deportarla. Como única justificación, el Gobierno apuntó a un documento confidencial en el que supuestamente se determina que la periodista habría “cometido actos que atentan contra la seguridad pública”.

Hasta ahí, y en cualquier rincón medianamente libre del mundo, hay escándalo de sobra. Pero aquí, en esta republiqueta, la cuestión se torna indefendible porque es imposible creerle al Gobierno. Uno que hace pocos días se inventó, sin siquiera presentar un mísero remedo de prueba, que la Asamblea buscaba declarar loco al presidente; el mismo presidente que poco después, y sin ningún empacho, mentiría sobre la adquisición de las ambulancias que entregaba, compradas por el gobierno anterior.

Como si esos antecedentes y la falta de pruebas no bastaran, Carondelet le dedicó el resto del día a deshacer su propia tesis. La primera en romper con la línea oficial fue la subsecretaria de Gestión Gubernamental. Para ella el retiro de la visa fue “un tema de ratificación del respeto a los símbolos patrios”. El remate llegó en la noche. Como una escueta admisión de la verdadera motivación detrás del retiro de la visa, el Gobierno mandó una cadena introducida por un sencillo mensaje, “por respeto al país”, y que aparte de eso solo contuvo una reproducción del Himno Nacional. No lo pudieron haber dejado más claro.

Debemos preguntarnos, ¿quién ofendió más al país? ¿La comunicadora que, quizá equivocada en las formas, hizo uso de sus derechos consagrados en la Constitución para protestar contra las penosas condiciones en las que vivimos, o el presidente que usó las mismas sagradas notas del Himno como parte de una estratagema para expulsar a una opositora?

Nuestros símbolos patrios no son sagrados en sí mismos. Su sacralidad corresponde al valor del vínculo que representan, la unión de hombres y mujeres libres de vivir, opinar y hasta burlarse los unos de los otros como les convenga. Y si alguien dice que Alondra no es parte de ese vínculo por ser extranjera es porque no conoce ni las leyes ni la historia de este país de migrantes.