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César Febres-Cordero | La cívica regresa con el Nuevo Ecuador

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La mayoría de esas personas, quienes han ejercido el poder desde el retorno a la democracia, fueron educados en cívica

Celebra el chat de los tíos y los piolines se alzan en vuelo. La ministra de Educación Alegría Crespo anunció esta semana que se viene una nueva reforma curricular que incluirá el retorno de la cívica a la malla. La ministra introdujo su anuncio oficial en redes diciendo que “en los últimos diez años han existido más de seis cambios en el currículo, lo cual ha generado inestabilidad en el aprendizaje”. Difícil pensar en una mejor forma de presentar el séptimo (¿u octavo?) cambio al currículo.

El regreso de las clases de cívica ha sido el reclamo de un importante sector nostálgico de la sociedad, que incluye desde el anticorreísmo recalcitrante hasta al camaleónico nebotismo. Su pedido generalmente ha incluido también a las clases de lógica y ética, a las que recuerdan como parte fundamental de sus estudios. Ellos insisten en que la crisis ecuatoriana es fundamentalmente moral y educativa, y podrían tener razón, pero no podemos aceptar su solución.

Si esta crisis es moral, sus responsables no pueden ser ni las fuerzas de la naturaleza ni las de la historia, sino un grupo particular de hombres y mujeres. La mayoría de esas personas, quienes han ejercido el poder desde el retorno a la democracia, fueron educados en cívica, y algunos además hasta con la más estricta formación religiosa o militar. Sin embargo, henos aquí, inmersos en tremenda crisis social y pensando que la solución es instruir a las nuevas generaciones igual que a ellos. ‘Dominus dixit’: por sus frutos los conoceréis. No plantemos la misma semilla ni reguemos el jardín con la misma agua esperando probar un fruto menos amargo.

Como esto es el Nuevo Ecuador, la reforma no se podía quedar en lo viejo. La Educación para el desarrollo sostenible forma, junto a la educación vial, socioemocional y financiera, la parte innovadora del nuevo paquete curricular. Habría que ver de cerca qué incluyen esas propuestas, pero desde ya parece muy equivocado enseñar educación financiera en un país en el que la única vez en que participamos en las pruebas Pisa-D quedó en evidencia que buena parte de nuestras juventudes no dominan ni siquiera las matemáticas más elementales.