César Febres-Cordero: Diego Borja y el rey exiliado
Ni bien se conoció que Borja sería el compañero de González, la terrible hemeroteca de las redes se puso a trabajar
El pasado 10 de agosto, aniversario del pronunciamiento revolucionario de Quito en favor de Fernando VII, exiliado en Valençay, los miembros de la Revolución Ciudadana se reunieron en Guayaquil para profesar una vez más fidelidad a su líder Rafael Vicente, exiliado en Lovaina. Al igual que en 1809, los congregados no se citaron solamente para reafirmar su lealtad al soberano, sino también para denunciar lo que consideran un mal gobierno y proponer una mejor alternativa para el país. Al igual que en 1809, el resto de la nación no está muy de acuerdo con su visión, pero los revolucionarios todavía no se han dado cuenta de eso.
Lo que es peor para nuestros revolucionarios de ahora: parece que ni ellos mismos están de acuerdo con las decisiones tomadas ese día, sobre todo con lo que respecta al binomio ungido por su jefe desterrado. Esas cosas pasan cuando el líder, en vez de estar presente a través de un retrato convenientemente mudo, emite órdenes y dicterios en vivo y vía satélite.
Ni bien se conoció que Diego Borja sería el compañero de fórmula de Luisa González, la terrible hemeroteca de las redes se puso a trabajar. Artículos de prensa, blogs, vídeos y, cómo no, tuits, le dieron vuelta al país y a su paso dejaron a la RC de cabeza. Resulta que Borja ha sido un traidor, o al menos así lo llaman. Él responde que no fue traidor, sino disidente, porque su oposición fue de frente cuando gritaba “fuera, Correa, fuera” con los vivos y las fuerzas vivas. Hasta ahí le podemos dar la razón.
Pero pasa que Borja va más allá y dice que Correa ha demostrado tolerancia al reincorporar a un crítico como él a su movimiento. Eso no se lo podemos creer. Correa, como era de esperarse, nos ha ayudado a desmentirlo con un tuitazo en el que expresó que Borja no tuvo razón en sus críticas y que ningún institucionalista podría haber apoyado la consulta de Moreno, cosa que él hizo. Borja piensa, o al menos eso dice, que lo han recibido como parte de un frente amplio. Correa demuestra que él no ve más que a un penitente. Y es que aunque Rafael Vicente es un político que odia a los traidores, más que nada es un hombre que ama a los perros.