César Febres-Cordero: Esto no es una defensa del Nene
No hay que lamentarse sólo por este ciudadano, por el que no me atrevería a meter las manos al fuego ni mucho menos, sino por la justicia
El mismo día que un medio español conservador publicaba, con lujo de detalles y escasez de pruebas, el relato de una farra presidencial y de un desplante diplomático, la prensa nacional amanecía con la noticia de que la Fiscalía había abierto un nuevo caso en el que acusaba al hijo de la vicepresidenta Verónica Abad de tráfico de influencias.
En esta ocasión, Fiscalía se abstuvo de ponerle línea gráfica al caso, pero no falló en darle un aspecto sugestivo con la peculiar denominación de “Nene”. Tampoco perdió la oportunidad de dejar muy claro contra quién iban, al mencionar al procesado como “Francisco Sebastián B. A.”, así, con dos nombres y dos iniciales. No es la primera vez que son así de específicos, pero entre eso, el nombre del caso y la extraña celeridad con la que han iniciado este proceso, uno podría pensar que estamos ante una nueva maquinación política disfrazada de justicia.
Fuera de la Fiscalía, el tema se torna aun más turbio. El SNAI, la agencia que en primera instancia asintió dócilmente al recurso de ‘habeas corpus’ de Jorge Glas en abril del 2022, la institución que ha tenido que destituir hasta a directores carcelarios por enfiestarse con el narco, ahora con mano dura ha decidido llevar al señor B. A. ni más ni menos que a La Roca. Un presunto diezmero entre los peores capos y sus sicarios. ¿Será que se confundieron al escuchar que lo traían por “tráfico”? ¿O será que en esto hay en juego algo más oscuro que la oquedad dentro del cráneo de algún mal funcionario?
Cuando se habla de procesos penales, por lo general la gente todavía sabe decir que hay que esperar, que la justicia determinará si es culpable. Cada vez es más necesario preguntarse: ¿qué justicia?
No hay que lamentarse sólo por este ciudadano, por el que no me atrevería a meter las manos al fuego ni mucho menos, sino por la justicia en el Ecuador. En un momento en que buena parte del país quiere confiar en el Gobierno y la Fiscalía, pensando que por fin se le está haciendo la guerra al narco y al politiquero, montar una persecución sería una traición imperdonable.