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César Febres-Cordero | La farsa de la justicia electoral

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El resultado de estos fallos no es la protección ni la promoción de los valores democráticos

En días recientes, el Tribunal Contencioso Electoral, integrado por una mayoría amistosa con el Gobierno, se ha cargado cuatro listas de asambleístas nacionales: las de Pachakutik, Democracia Sí, Avanza y, para sorpresa de algunos suspicaces ciudadanos, Construye. Al menos dos de esos movimientos, Pachakutik y Avanza, han sufrido problemas a la interna a la hora de definir sus candidaturas.

En el primer caso, porque no han podido resolver bien las diferencias entre sus alas moderada y mariateguista, que se cayeron a palos y fueron obligadas a repetir las votaciones durante la última elección de su coordinador general. En el segundo, porque muchos se quedaron con las ganas de unirse a Suma en una alianza para impulsar la candidatura de Jan Topic.

Pero no son las únicas organizaciones que han padecido por diferencias ideológicas o preferencias respecto a sus candidaturas presidenciales. Lo mismo pasó con la Izquierda Democrática, que tuvo una revuelta interna en contra de Carlos Rabascall, y algo así casi ocurre dentro de La 6, que producto de su decisión de no unirse a Topic perdió el apoyo de Johnny Terán en Los Ríos.

Más allá de los méritos que haya o no en las decisiones del Consejo Nacional Electoral, que luego el TCE ratificó, lo cierto y por demás evidente, es que si se trata de democracia interna y de equidad de género, todos los partidos del Ecuador se quedan de año.

Lo que las autoridades electorales hacen no es más que observar el cumplimento de formalismos en procesos eleccionarios que, incluso en los pocos ejemplos que en algo se acercan a cumplir con el espíritu de la ley, están llenos de violencia y subterfugios.

El resultado de estos fallos no es la protección ni la promoción de los valores democráticos, porque nadie cree en ellos ni empezará a hacerlo a causa de las sanciones resultantes, sino una intromisión del Estado administrativo en la celebración de las elecciones. Es la ley por la ley, un peso muerto sobre los hombros de la sociedad, del que uno solo se puede zafar con poder, y siendo esto el Ecuador, algo de sabiduría criolla.