César Febres-Cordero: El honor entre los políticos
¿Qué podemos pensar de que ahora en la RC digan, con extraña timidez, que no saben de Ronny Aleaga desde que dejó su curul?
A veces uno se atreve a tener fe en que pueda haber algo de justicia en el Ecuador. Justicia significativa, que llegue hasta los grandes cabecillas de la droga y de la componenda, ahora tan mezclados. Justicia independiente, que no se ciña a las agendas del gobierno de turno ni proteja a los repartidores. Justicia competente, que resuelva en estricto derecho y no nos exponga a tener que pagar después humillantes indemnizaciones.
Sin embargo, esa esperanza no tarda en desvanecerse. Los dos procesos más importantes del momento por ahora involucran solo a figuras que pueden ser relacionadas con el correísmo y el nebotismo, y el segundo empezó justo después de la censura y destitución de un vocal de la Judicatura acusado cercanía con la derecha anticorreísta. Los dos casos se presentaron con línea gráfica, algo extraño para una investigación seria, parte de la espectacularidad de una justicia politizada en una democracia judicializada. Esa justicia politizada, cuyas decisiones son ignoradas o vilipendiadas en el exterior. Basta con ver a todos los prófugos que viven felizmente en Norteamérica y Europa.
Pero no podemos decir que la fiscal se haya dedicado a perseguir angelitos. Las señales son claras: algunos políticos locuaces han enmudecido, mientras líderes todopoderosos juegan a víctimas incautas de sus propios alfiles; un coro de abogados celebra que jueces de todo el país sean llevados al banquillo, y pocos se atreven a defender a los investigados. A lo mucho nos dan, con tremenda hipocresía, advertencias sobre la manipulación de la justicia. Bueno, por ahí también tenemos a una exfuncionaria que lanzó una denuncia por lo menos vergonzosa.
¿Qué podemos pensar de que ahora en la RC digan, con extraña timidez, que no saben de Ronny Aleaga desde que dejó su curul? ¿Qué será que ahora en el PSC se niegan a defender a Pablo Muentes y hablan de futuras decisiones en las instancias disciplinarias del partido? ¿Dónde quedó la furia que tanto los caracterizaba? ¿Qué los ha asustado tanto que se han olvidado hasta de sus propios códigos? Ya ni amagan una defensa. Es que no los han podido mandar a asistir a un largo matrimonio en la Florida.