César Febres-Cordero: Las matemáticas de Noboa

Noboa también suma fuera de la Asamblea aunque, con tantos puestos que llenar en el Ejecutivo, quizá le toque empezar a multiplicar
Ya lo dijimos, falsa alarma. El acuerdo continúa, al menos por ahora. Aunque nada esté garantizado, peor cuando la conformación inicial de las bancadas sigue en el aire, Daniel Noboa tiene razones para un moderado optimismo.
Todos los días suma más votos en el pleno. Ya no solo está unido a Rafael Vicente y a Jaime José, los patriarcas de la prebenda, para alcanzar una mayoría simple. Ahora también suma a los que son y a los que no son.
Suma a los que se restan de sus alianzas buscando dónde está -ahora sí- la acción, porque con los otros no avanzaban.
Suma a los huérfanos y exiliados de la derecha y del centro. Democrático.
Suma tanto que ahora dicen que ya pasó los dos tercios. En Mocolí, donde vive el señor que inventó la aritmética política ecuatoriana, con la que ha sumado a los que derrotan a sus propios candidatos y hasta reintegrado a los que traicionaron a su hacedor, tienen que estar orgullosos de esta joven promesa. En verdad, la ciencia del político ecuatoriano es más bien un arte, un espectáculo de creatividad y empirismo que las ciencias políticas no logran develar todavía.
Noboa también suma fuera de la Asamblea aunque, con tantos puestos que llenar en el Ejecutivo, quizá le toque empezar a multiplicar. Por ahí ratifica a un ministro, por allá aparece un exgobernador atendiendo la entrega de credenciales. Entre sus nuevas designaciones ministeriales hay servidores de su augusta casa, pero también exfuncionarios de sus viejos enemigos. Aunque nos moleste, eso es lo necesario para sacar adelante al país en un período tan corto que no da para andarle enseñando a los ministros cómo hacer su trabajo. En todo caso, debería preocuparnos que del noboísmo salgan figuras que poco saben de las carteras que van a dirigir.
Antes de que Noboa presente los resultados de sus operaciones, vale advertirle un par de cosas. Primero, que para recibir una buena calificación debe justificar sus respuestas mostrando en detalle su trabajo, aunque eso disguste a los deshonestos. Segundo, que no se olvide de que en campaña desdeñó los trabajos grupales, cosa que el aparente continuismo de su gabinete le podría costar una dura cita con sus mandantes.