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César Febres-Crodero: Apuntes para analizar el debate

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

Hasta el domingo pasado, la historia del correísmo y la sorpresa del debate fueron sus pisos, pero no su trampolín

Antes del 13 de agosto la opinión preponderante era que los debates no importan. No llegábamos a las urnas y de repente medio país había olvidado lo que decía; el debate podía definir la elección y se trataba de imponer a un ganador desde las redes y el análisis.

Después de eso, la campaña se movió con silenciosa lentitud, interrumpida por los breves sobresaltos de algún importunado comentario. Las encuestas, con las que se puede trabajar, medían algo parecido, líneas rectas con algún pálpito momentáneo, como para recordarnos que estamos en una carrera de vida o muerte, una disputa que, vista desde la síntesis de los peores pronósticos, es una batalla entre el continuismo y la dictadura.

Resulta increíble como ante discursos tan efusivos, con advertencias de la inminente destrucción del país, esta campaña se sienta tan aburrida. Mucho más si recordamos, porque el ecuatoriano olvida rápido, que ha estado manchada de sangre. Quizá esas muertes sean una clave importante para entender esta elección.

Al anterior debate fuimos todavía secándonos las lágrimas de rabia y dolor, preguntándonos qué había pasado con Fernando Villavicencio, discutiendo sobre su reemplazo, su familia (algo ignominioso) y los culpables. En ese debate lleno de muletillas, acusaciones y bromas disonantes, Noboa ocupó el rol vacante de los otros, dando soluciones y numeritos, transmitiendo calma. Desde entonces, Noboa no ha profundizado sus propuestas de ese día y Luisa no ha dado el esperado golpe de timón. Hasta el domingo pasado, la historia del correísmo y la sorpresa del debate fueron sus pisos, pero no su trampolín.

Ahora que Luisa sorprendió, comparada consigo misma y con un rival apagado y repetitivo, algunos correístas esperan que este sea el momento definitorio. Puede serlo o no, pero no va a ser lo mismo que en la primera vuelta. Sin los crímenes terribles detrás y con una semana más por delante que la anterior ocasión, el debate es una variable distinta que incluir en la fórmula ganadora. Fórmula que para resolverla tomará tiempo, porque lo más probable es que ni el triunfador del 15 de octubre sabrá bien ese día cómo venció.