César Febres-Cordero Loyola | La Comisión de Descontrol Político
Las justificaciones correístas provocan gracia. Dicen que la participación de Aleaga fue solicitada por medio de un correo
La Comisión de Fiscalización y Control Político es, por definición, la comisión de los escándalos, y eso se lo han tomado a pecho. Tanta es su pasión por meterse en los escándalos que hasta ellos mismos los generan. El último de estos incidentes de descontrol se dio este lunes cuando, de sorpresa, la presidenta de la comisión, Pamela Aguirre, anunció en plena comparecencia de la fiscal general que Ronny Aleaga haría una aparición.
Ante esa maniobra tramposa, la fiscal Salazar hizo lo razonable y abandonó la sesión junto a la mayoría de la comisión. En ese momento se acabó la fiscalización e inició la guerra mediática. A juzgar por el rechazo que la jugada del correísmo ha recibido hasta de algunas figuras cercanas al movimiento, la RC la está perdiendo. Encima de eso, la RC logró confirmar otra vez que la separación de Aleaga fue un amague mal hecho.
Las justificaciones correístas provocan gracia. Dicen que la participación de Aleaga fue solicitada por medio de un correo dirigido a toda la comisión. Claro, en plena sesión. Sofía Espín hasta dice que no podían haberle advertido a la fiscal de lo que iba a pasar si ni ellos mismos lo sabían. En esas circunstancias cualquier asambleísta decente, sin importar su afiliación, habría abandonado la sesión.
La bancada azul-chicloso también esgrime otros argumentos. Uno de ellos es que la susodicha comisión ya ha recibido antes a otras personas prófugas de la justicia, como Carlos Pólit, del que tanto reniegan, y a su favorito, Pepe Serrano. Eso es cierto, pero en ninguno de esos casos tal comparecencia se ha dado en la forma de una emboscada a la autoridad que los estaba procesando.
La historia no se queda ahí. Nunca es tan sencillo en este país. La fiscal Salazar también tiene algo por lo que responder. Sus comunicados en respuesta al incidente tienen una carga política inadmisible para la función que ejerce. Apresurarse a hablar del posible cometimiento de un delito por parte de dos asambleístas y acusar a todo un movimiento político de manejar la justicia es incompatible con su rol, que debe actuar siempre de forma rigurosa y prudente, y nunca dar señales de favoritismo o animadversión.