César Febres-Cordero Loyola | La izquierda de los barajados
Pasando revista por la izquierda, solo una figura más merece una mención hasta ahora: Leonidas Iza
Temprano en el año, la izquierda ecuatoriana se hallaba en una rara situación. El correísmo, movimiento que había desplazado y aplastado al resto de la izquierda, y que a su vez había transformado a media derecha en una tendencia dedicada por sobre todas las cosas a oponerse a su líder, era una fiera domada. Y, encima, nada más ni nada menos que por el hijo del rival original de Correa. La principal oposición izquierdista, la primera fuerza política, estaba atada a Noboa y Nebot por un acuerdo cuyos términos hasta hoy son un misterio.
El tiempo era propicio para el renacimiento de las otras izquierdas. Pero el rompimiento del pacto tripartito y los continuos traspiés de los candidatos de la izquierda no correísta fueron apagando su estrella. Pepe Serrano, buhonero de chismes y papeles, desistió de candidatizarse aduciendo que no tenía garantías para su seguridad. Carlos Rabascall, quien para muchos debió ser candidato presidencial en 2021, solo ha captado la atención pública en el contexto del cisma que su nominación provocó en la ID. Pedro Granja, ‘enfant terrible’ y todo-criminólogo, ha hecho más noticias por sus peleas y actitud errática que por sus propuestas. El general Arauz, inexplicablemente el candidato del PID, partido que auspició al presidente Noboa en 2023, ha destruido sus propias credenciales policiales al admitir que se desayunó (sus palabras) que uno de los candidatos a la Asamblea por su lista consta entre los procesados en el caso Metástasis.
Pasando revista por la izquierda, solo una figura más merece una mención hasta ahora: Leonidas Iza. Su silencio es una cosa que puede parecer extraña, aunque encuentra una explicación en la situación de PK. Después de unas elecciones internas repetidas y harta controversia, su trabajo ha estado concentrado en unificar a un partido de bases, el único medianamente horizontal y democrático del país. Así no logre despegar en votos como lo hizo Yaku Pérez, un candidato muy distinto en un momento bastante diferente, un desempeño mediocre de su parte sería suficiente para golpear fuertemente a un correísmo inerte y obligarlo a plantearse bien su estrategia de segunda vuelta.