Los asambleístas que yo quiero

Tal vez no haya suficientes asambleístas buenos para elegir, pero al menos podemos motivar un cambio para los siguientes períodos
La creciente decepción con los legisladores ecuatorianos se ha venido convirtiendo en desesperanza. Con un proceso electoral tan súbito, casi nadie espera que lleguen mejores figuras a la Asamblea. Estas preocupaciones han impulsado un reclamo que hemos venido escuchando una y otra vez: exigir mayores estándares para nuestros asambleístas, títulos de cuarto nivel u otros papelitos.
Sobre esto ya hemos hablado algunos, exponiendo la podredumbre intelectual y moral de nuestra academia, recordando los sucesivos gobiernos fracasados o antidemocráticos que han dirigido personas formadas en el extranjero y enfatizando en la distinción entre la representación electoral y el servicio público de carrera. En vez de insistir en que la solución no yace en el credencialismo, quizá sea mejor exponer algunos estándares alternativos para mejorar la calidad de nuestra representación.
El primero de todos debería ser el elegir asambleístas que conozcan bien al menos la Constitución y la LOFL. No significa que no vayan a sostener posturas controvertidas o que nunca se ganen el escarnio de los juristas (ya hemos visto cómo hay demasiadas preguntas abiertas sobre la interpretación de la normativa), pero sí deberíamos esperar que se expresen con solvencia sobre los textos que regirán su trabajo.
Si queremos garantías de aptitudes, que las demuestren no con el estándar de la titulación, que restringe el derecho de ser elegido y que en este país no cerciora mucho. Sería mejor que demuestren sus competencias en un espacio verdaderamente político, como lo es la palestra pública, mediante foros y entrevistas. Ahí sí, tanto las universidades como los medios tienen un papel importante para facilitar este proceso y elevarlo.
Otra forma de medir al menos el interés de nuestros candidatos es preguntarles sobre los proyectos que han quedado pendientes de anteriores períodos y los que ellos quisieran plantear desde su autoría. En esto no debemos tolerar que regurgiten planes de campaña o promesas sencillas sobre la seguridad o el empleo.
Tal vez no haya suficientes asambleístas buenos para elegir, pero al menos podemos motivar un cambio para los siguientes períodos.