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César Febres-Cordero | La capilla en la terraza

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El acceso libre a este apoyo es lo que hace al Estado neutral y lo separa de cualquier grupo

Hace un par de días el presidente de la Asamblea colocó la primera piedra de lo que pretende ser la capilla legislativa. Esto provocó el rechazo de ciudadanos que sostuvieron que la capilla sería una violación contra el carácter laico del Estado. Otros expresaron su desacuerdo con el gasto que generaría. La reacción, aunque no más que un escandalillo tuitero, provocó que la publicación fuera borrada. Sin embargo, hasta ahora no hay anuncio de cancelación alguna. Mejor así.

El Estado aconfesional puede tomar muchas formas, desde la separación amistosa en Alemania o Italia, hasta el divorcio agresivo de la ‘laïcité’ francesa. Con un abanico de ejemplos, el Ecuador haría bien en permanecer en el curso de los Estados que cooperan con las instituciones religiosas y admiten las expresiones de fe, mientras estas no constituyan una obligación o una incitación al odio.

Aunque la comparación puede ser odiosa en otros contextos, para el Estado la religión debería ser dos cosas: una ‘weltanschauung’, una forma de entender al mundo, y a su vez una forma de expresión y florecimiento humano.

La primera es una opinión, como la política, y al igual que ella conduce obligatoriamente a un acto público. Si uno cree que una verdad puede hacer al mundo más justo, está obligado moralmente a compartirla y vivirla en sociedad, y en ese sentido, el Estado democrático existe para facilitar tal cosa.

La segunda es como el arte o el deporte, algo que no todos compartimos pero que el Estado promueve para la diversidad de la gente que vive en el país. Corrientes musicales que nos disgustan son promovidas con actos financiados por el Gobierno, mientras deportes que pocos practican y hasta equipos que odiamos hacen uso de fondos o espacios públicos. Estas son preferencias personales, como la fe, pero al igual que ella no deben ser confinadas a lo privado ni ser separadas totalmente del apoyo estatal. El acceso libre a este apoyo es lo que hace al Estado neutral y lo separa de cualquier grupo.

Si queremos una solución eficiente y liberal, esta capilla podría ser de uso ecuménico, algo normal en instituciones laicas, públicas y privadas, de todo el mundo.