César Febres-Cordero | Tucker, Putin y la izquierda latina
Hasta el peor periodismo puede sacar feas verdades a la luz
Tucker Carlson ha causado revuelo en todo el mundo por su entrevista a Vladimir Putin. El comunicador conservador ha promocionado su entrevista como periodismo independiente y valeroso. Hasta la ha calificado como un acto de patriotismo que lo ha enfrentado a la inteligencia de su propio país.
Carlson culpa a la CIA de haber filtrado sus mensajes para forzar su salida de FOX y así obstaculizar la entrevista, olvidando que, con o sin filtraciones, su despido coincidió con la demanda por difamación de Dominion Voting Systems a su antiguo empleador. Dominion fue el blanco de ataques por parte de quienes sostienen que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas, teoría a la que Carlson le dio aire y que motivó el asalto al Capitolio. Pero ninguna teoría conspirativa se puede comparar al violento delirio del nacionalismo.
Que Carlson le haya permitido a Putin legitimar la invasión de Hitler a Polonia en medio de una exposición cuyo fin era rechazar la identidad, y por ende la autodeterminación, del pueblo ucraniano, es solo un paso más en su descenso al abismo intelectual y moral de la polémica. Lo impresionante es que después de presenciar eso haya sectores que se autodefinen como izquierdistas que admiren al régimen putinista.
Lo de Putin roza el fascismo. Llegó al poder con la promesa de poner fin al desorden provocado por un régimen liberal débil. Una vez ahí, ha consolidado a una oligarquía dependiente del Estado, ha aceptado la unción de una jerarquía clerical enfrentada a la Sede Ecuménica, ha reforzado el militarismo y ha reemplazado la lucha de clases por el irredentismo. Su manía contra un Occidente en decadencia y su revanchismo ante la derrota de un régimen pasado son un calco de las ansiedades italianas y alemanas de entreguerras.
Para Putin, Lenin es culpable del desmembramiento de Rusia, y todavía así los sectores de la izquierda latina que enarbolan la bandera marxista revolucionaria no encuentran problema en enaltecerlo. Saludan al águila bicéfala hombro a hombro con la ultraderecha xenófoba y anticomunista con la que la maquinaria propagandista rusa también coquetea.
Hasta el peor periodismo puede sacar feas verdades a la luz.