Formas de cogobierno

Algunos sostienen que el gobierno de coalición, con una configuración de gabinete y agenda en común definidas por una alianza legislativa
En momentos de peligro para un gobierno, buscar aliados para salvar su mayoría en el Legislativo es la estrategia de los demócratas que rehúyen a la posibilidad de una confrontación violenta, siempre costosa para las partes y peligrosa para el país. Esto, sin embargo, no es lo que parece estar haciendo el Gobierno Nacional. Con reparto o no, lo que Carondelet busca no es una mayoría viable, una coalición para solventar el resto de su periodo y ejecutar una agenda, sino nada más que suficientes votos para bloquear una destitución. Así, cualquier victoria sería pírrica.
Y es que en el Ecuador hace tiempo nos olvidamos de la diferencia entre un gobierno de coalición y un vil reparto o un pacto coyuntural. Entre los políticos las enmiendas propuestas son muchas veces rechazadas, pero canonjías y prebendas, específicamente para el robo, no tardan en llegar. De ahí que aquí esos pactos suelan ser a escondidas. Si no lo son, es porque no tienen dirección clara o porque su causa es tan pobre y evidente que se la defiende por “la regalada gana”.
Algunos sostienen que el gobierno de coalición, con una configuración de gabinete y agenda en común definidas por una alianza legislativa, es un modelo ajeno a nuestras democracias presidencialistas. No pueden estar más equivocados. Basta con ver a países de la región para entender cómo, con sus peligros y falencias, muchos de nuestros vecinos utilizan este formato.
Hay tres ejemplos cercanos. Primero, Brasil, donde la marisma de partidos conocida como el Centrão les ha servido a sucesivos gobiernos para asegurar una mayoría a cambio de una participación en el gabinete o del presupuesto, muy al estilo angloamericano. Segundo, Chile, donde el gobierno de Boric sería inviable sin el apoyo de los socialistas de la vieja Nueva Mayoría, que ocupan un rol estabilizador como representantes de la política tradicional en su gabinete. Tercero, Colombia, donde Petro buscó a conservadores y liberales para empujar una agenda consensuada, colocándolos en diversos ministerios sin que se hable de traición al programa o de componenda y donde todavía tratan de salvar esa coalición para empujar una reforma a la salud.