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Ideas para debatir

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

Y si podemos permitirnos soñar, tal vez algún día podamos ver debates para las primarias

La campaña hasta ahora nos ha servido para cerciorarnos de que la democracia ecuatoriana es un timo para el ciudadano. Por lo menos para el que no esté en la trinca o esperando que mediante de la intercesión de su impío patrono, el dirigente, le caiga algún favorcito. Pero pretender que este juego de la democracia puede cambiar las cosas para bien es menos necio que entregarse a la apatía. Volvamos a examinar los debates, esta vez para pensar cómo podemos convertirlos en una herramienta de transformación.

Muchas cosas hacen falta corregir en el modelo actual, a pesar de que ya de por sí sea un avance. Lo primero, el modelo rígido y pesado que pasó volando por lo que probablemente termine siendo el único debate para los candidatos (a menos de que la iniciativa de AER funcione a última hora). Los moderadores se vieron limitados a leer preguntas empaquetadas en temáticas que exigen más de una ocasión para ser profundizadas, mientras que los candidatos fueron sometidos a un modelo de preguntas por pareja y sin contrarréplicas que desfiguró el debate y no permitió que las ideas se encaucen de manera más natural.

Tampoco ayudó que los debates se realizasen sin la participación ni la reproducción de la mayoría de los grandes medios de comunicación de televisión y radio. Menos todavía que se hayan presentado uno después del otro, extendiendo el proceso al punto de poner a prueba de manera innecesaria la ya de por sí ínfima capacidad de atención del electoral contemporáneo. Pero lo peor tal vez fue la decisión de repartir los espacios en los bloques al azar, favoreciendo a ciertos candidatos consolidados e ignorando las expectativas de los votantes.

Valdría la pena contemplar reemplazar los sorteos por una asignación según las encuestas, sin embargo, esto jamás funcionaría en el Ecuador de hoy. Primero, no hay ni una encuestadora respetable. Segundo, los candidatos desfavorecidos por las encuestas no tardarían en llevar sus reclamos al despacho de un algún juez y tumbarlo todo.

Y si podemos permitirnos soñar, tal vez algún día podamos ver debates para las primarias, probablemente el único test posible para verificar que estas al fin existan.