¿A qué juega la oposición?

¿Será el Gobierno que ya echa pus? ¿O serán conjurados revolcándose en la miseria de la conspiración?
Aires enrarecidos caen sobre el Ecuador. Aires de pestilencia que todos pueden percibir, pero cuyo origen es difícil de determinar. ¿Será el Gobierno que ya echa pus? ¿O serán conjurados revolcándose en la miseria de la conspiración? Antes que desbocarnos con acusaciones o profecías, sería mejor poner a consideración cuáles son los intereses de quienes pueden decidir el futuro de este gobierno.
Primero entre los opositores está el correísmo. Muchos piensan que la RC está detrás de cada desgracia en este país y no se detendrá hasta ver caer al Gobierno. Sin profundizar en los dudosos méritos de esas acusaciones, hay que enfatizar que el 5 de febrero el mapa político del país se transformó por debajo de los pies de todos los partidos.
Ese día el correísmo recibió un cheque que aún no puede cobrar. Será recién el 14 de mayo el día en que entrarán a municipios y prefecturas, para recién entonces poner a trabajar lo que ganaron. Y eso toma tiempo. Si quieren ir fortalecidos a las elecciones deberán dirigirse a toda la sociedad, favoreciendo con contratos a las élites locales que financian y movilizan la campaña en el territorio, compensando con cargos a las dirigencias y militantes que pisarán el barro, y construyendo obras para el electorado que querrán capturar. ¿Les conviene entonces adelantar tanto las elecciones?
Contrario a lo que algunos sostienen, la única razón fuerte que pueden tener los correístas para adelantar elecciones es aprovechar del caos. Sí, esto le puede costar a todos e incluso ser el origen de algún nuevo rival, pero es difícil ver al centro y a la derecha organizarse eficazmente en tales condiciones. La centroderecha dividida ya les ayudó mucho en estas seccionales.
El otro actor todavía consolidado en la oposición legislativa es el PSC, con un bloque reducido, pero sin las grietas de la ID o PK. A ellos les interesa aun menos el adelantar elecciones. Todavía aturdidos por su derrota, sin cartas presidenciables y sin su bastión tradicional, el PSC requiere de una profunda reforma para ir a generales y no perder su mejor carta al momento: un bloque legislativo necesario para alcanzar los mágicos dos tercios.