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Como un ladrón en la noche

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

La situación, aunque indignante, terminó siendo más que nada aburrida: el juicio seguía como en días anteriores, con poca fuerza o sentido

Entre los diversos escenarios que se nos presentaban, ninguno parecía haber cambiado después del martes. Luego de una interpelación de película, Guillermo Lasso entró como salió, manteniendo su línea, sin aportar nada al juicio y repitiendo la transgresión de sus interpelantes: ponerse a hablar de cualquier cosa menos de los hechos en disputa. Atacó a sus acusadores, aunque sin ser explosivo; sugirió teorías conspirativas sobre la narcoviolencia y dio el mismo discurso de siempre, recapitulando logros que nadie ve.

La situación, aunque indignante, terminó siendo más que nada aburrida: el juicio seguía como en días anteriores, con poca fuerza o sentido. De repente, la mañana siguiente, el presidente nos tomó por sorpresa con la muerte cruzada. Lo del martes, sin promesas, atascado en la apología de su gestión, terminó siendo una despedida. Será difícil saber por qué lo hizo, cuando parecía tener los números a favor. 25 del ex BAN, 11 de PK, 6 o 7 de la ID, 4 desertores del PSC y un puñado de independientes le daban los votos necesarios. Pero eso ya no importa.

Lo primero que importa es si la decisión de Lasso fue constitucional. Debe serlo, porque se basa en la misma subjetividad que la Corte le permitió a la Asamblea para el juicio. Si lo uno no era golpismo esto no es dictadura. Más aún, las facultades del presidente, libres de control previo, son claras y siguen la línea del hiperpresidencialismo de Montecristi, que hoy a Lasso le toca usar, cambiando de principios otra vez. Lo que el presidente ha hecho es deshonesto, porque no hay grave conmoción, además de imprudente, porque nos lanza a una campaña para la cual la clase política no está preparada y que quizás nos dé un tercer gobierno de transición. Eso y más, pero que no se diga que fue inconstitucional.

Lo demás es esperar y ver. La Conaie queda atrapada entre su intento de lavar la cara de sus cuadros para tomarse PK y su credibilidad expuesta en su promesa de un paro. El correísmo tendrá que demostrar que aprendió de sus errores del 2021. El resto se enfrentará a la reinvención o la extinción, porque no se dieron cuenta de que al montar este juicio se prestaron para ser juzgados.