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Mendigos de escopeta

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

Somos mendigos de escopeta y ya nos hemos dado algunos tiros al pie.

Nuestra política exterior ha sido por mucho tiempo poco clara, pero claramente molesta para todos. La deuda siempre es mala, porque el mundo es injusto, porque el socio del gobierno de turno, sea un zar del petróleo o un tenedor de bonos, es un pillo, o tal vez porque simplemente somos malos deudores. La inversión extranjera siempre es una pérdida, sea con chinos, norteamericanos o europeos, porque contaminan o porque se llevan de más. La cooperación en seguridad, a través de la ALBA o de un acuerdo con los Estados Unidos, como el que pronto firmaremos, es entreguismo a un oscuro poder.

No es nada nuevo, por supuesto, que en un país distintas tendencias miren hacia diferentes capitales para recibir capital y algo más, pero hay algo bien criollo en la forma en que izquierda y derecha, hijos de cabezones y de vendepatrias, buscan ayuda internacional y quizá esto explica por qué casi nunca conseguimos lo que queremos y el país no se convence de nada.

Cuando Rafael Bélgico, el exiliado, quiso exigir que el mundo venga a pagarnos para dejar el petróleo del Yasuní bajo tierra, sin ofrecer mucho más, ni acercamientos políticos, ni alicientes económicos o control sobre el uso del dinero, pedía algo que el mundo ni estuvo ni está preparado para dar. Incluso quienes creemos que el orden económico global debe cambiar y que Occidente, si quiere hacer frente al ascenso chino, debe lanzar un nuevo Plan Marshall para los países subdesarrollados, tenemos que admitir que nadie nos dará una fortuna a los países cuyos gobiernos ya han desperdiciado mil.

Hoy, el gobierno muerto en vida de Guillermo Póstumo nos anuncia que por fin llegará la cooperación gringa: $ 3.000 millones en siete años, para ambiente seguridad y riesgos. Nada con su Plan Colombia para Ecuador. Más al menos, por poco, que lo que consiguió de Israel y otros posibles socios. No debería sorprendernos que se quede en eso, cuando no hay ninguna garantía de una alianza duradera, sabiendo quienes pueden gobernar, ni de un buen uso de fondos u otras ayudas, sabiendo el nivel de corrupción dentro de la fuerza pública y del Estado.

Somos mendigos de escopeta y ya nos hemos dado algunos tiros al pie.