Lo público, sin publicarse

¿Será que no se acuerdan de que el soberano está afuera de sus reuniones y oficinas y que no existe solo para llenar una papeleta?
A pesar de muchos intentos por empoderar a los ciudadanos, usualmente con cacareadas reformas destinadas a instaurar la participación ciudadana y la democracia directa, la mayoría de la ciudadanía permanece inactiva y ajena a la política. Mucho se ha dicho sobre las causas de este problema, tanto socioeconómicas como culturales, pero hay otro elemento importante que obstaculiza el involucramiento del pueblo en la política: el pobre acceso a la información.
Basta con visitar los sitios web de los partidos políticos y de las instituciones del Estado para constatar la poca importancia que se le da a la transparencia. Por ejemplo, en la página web de la Asamblea Nacional hay blogs desactualizados, perfiles vacíos, demoras inconvenientes en subir la documentación de los proyectos de ley en sus distintas etapas y vergonzosas inexactitudes, como el todavía incluir a Virgilio Saquicela como miembro del BAN.
Una mejora que hay que reconocer es la publicación de las sesiones del pleno y de las comisiones legislativas, así como de varios concejos cantonales, aunque se dé en plataformas no institucionales, como las redes sociales. Sin embargo, esto solo es una solución superficial. El trabajo minucioso de las comisiones municipales y las subcomisiones legislativas, la documentación presentada en los procesos legislativos y las reuniones de asambleístas y concejales individuales con grupos de interés: nada de eso es fácil de encontrar, si es que por lo menos está publicado.
Muchas veces parece que las únicas personas con acceso rápido a la información son los abogados de ciertos estudios jurídicos y el contubernio de asesores y consultores que pululan alrededor de las instituciones. Si generosamente no suben algún enlace o una foto, vaya uno a saber cómo encontrar la información que se busca. Ellos son tal vez los únicos ciudadanos activos en esta republiqueta.
Nada es fácil de encontrar, ni siquiera documentos de suma transcendencia, como las actas de las mesas de los acuerdos entre el Gobierno y el movimiento indígena. ¿Será que no se acuerdan de que el soberano está afuera de sus reuniones y oficinas y que no existe solo para llenar una papeleta?