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Claudia Tobar | Candidata González: Ecuador merece una disculpa

Avatar del Claudia Tobar Cordovez

Y parte de esa solución es rechazar la agresividad, la discriminación y el insulto en la política y en nuestra sociedad

Ecuador fue testigo del debate presidencial, evento de gran interés ciudadano y un hito crucial en la decisión del voto. En esta ocasión los dos candidatos revelaron no solo sus propuestas, sino también su verdadera personalidad, intenciones y debilidades. Sin embargo, hubo un comentario en particular que los ecuatorianos no podemos dejar que pase inadvertido: Luisa González dijo “Y tu déficit de atención no es mi problema, queridito”. Utilizar las diferencias e incluso una posible condición de salud como un insulto es uno de los recursos más bajos que un candidato puede emplear. No se trata únicamente de si el presidente Noboa tiene o no dicho diagnóstico, sino de que bajo ninguna circunstancia podemos normalizar comentarios discriminatorios, y menos aún cuando provienen de alguien que aspira a liderar el país.

La salud mental está en proceso de desestigmatización y todos podemos ser parte de la solución. El déficit de atención es solo una de muchas condiciones de salud mental y con la intervención adecuada no representa una discapacidad. Usar esta etiqueta como insulto demuestra total ignorancia sobre los desafíos de la salud mental y, al mismo tiempo, busca herir a miles de personas que viven con alguna condición o discapacidad, ya sea física o mental.

Bajo ningún concepto debería ser aceptable utilizar las diferencias individuales o los desafíos de salud como herramientas de chantaje, presión o burla. Si permitimos estos comentarios en una candidata a la presidencia, ¿qué podemos esperar en el trato hacia el resto de ciudadanos? El lenguaje que usamos tiene el poder de generar aceptación, empatía y cambio, pero también puede ser un arma que divide, genera miedo y refuerza la discriminación.

La candidata Luisa González le debe una disculpa a todos los ecuatorianos, a las personas con diagnósticos de salud mental, a sus familias y a todos quienes enfrentan diariamente el estigma social relacionado con estas condiciones. También se la debe a los niños de nuestro país, que merecen crecer en una sociedad más empática y justa, no en un entorno hostil e inseguro. Todos podemos ser parte de la solución. Y parte de esa solución es rechazar la agresividad, la discriminación y el insulto en la política y en nuestra sociedad.