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Claudia Tobar: Calentamiento global y estupidez humana

Avatar del Claudia Tobar Cordovez

Contrarrestar este fenómeno no solo recae en más fondos para los bomberos

El abrumador sonido de los helicópteros que llevan agua a los focos de incendio se ha convertido en el ruido permanente de las últimas semanas. Nos hemos acostumbrado a las sirenas de las motobombas recorriendo la ciudad, llevando a valientes bomberos a jugarse la vida por apagar este monstruo incontrolable. Los incendios en Latinoamérica han alcanzado niveles récord, consumiendo millones de hectáreas en el continente, demostrando que el planeta pide auxilio.

Hay una mezcla muy potente en esta fórmula: el indiscutible calentamiento global sumado a la estupidez humana. Es inconcebible que la mayoría de los incendios sean provocados, que haya personas que deliberadamente causen este daño ambiental, social y público. Es inconcebible que estemos viviendo desastres naturales que no son tan naturales, sino más bien provocados. Cada vez más sale a la luz evidencia de cómo simultáneamente en seis puntos de la ciudad se inician de manera intencional los incendios. El alcalde de Quito ha confirmado que la tragedia del miércoles fue un acto de terrorismo. Lo acontecido esta semana no solo deja pérdidas millonarias, sino que ha desplazado a cientos de familias que quedaron sin hogar, con sus casas reducidas a cenizas, sin contar la vida silvestre. Los daños son irreparables.

El calentamiento global es una realidad que no solo nos afecta por la facilidad con la que se prenden los incendios, sino también por la falta de lluvias que nos tiene con restricciones energéticas. Lo curioso es que no hay dinero que solucione este problema. No es cuestión de inyectar inversión extranjera o priorizar la salud; lo que estamos viviendo es la demostración de que lo que verdaderamente importa no se puede comprar. No podemos comprar lluvia, ni pagar para que cese el fuego. Nos deja pensando si realmente nos va a servir acumular riqueza si no tendremos dónde vivir, o si realmente estamos mejor como país si son los mismos ciudadanos los que destruyen su futuro. Contrarrestar este fenómeno no solo recae en más fondos para los bomberos, sino en confiar una vez más en que la educación puede cambiar realidades.