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Claudia Tobar | Hemos normalizado la violencia de género

Avatar del Claudia Tobar Cordovez

Estamos hablando de que la mitad de las mujeres en nuestro país han sufrido algún tipo de violencia

En las últimas semanas se estrenó a nivel nacional la película Rompiendo círculos, cuya temática gira en torno a la violencia de género, perpetuada por generaciones. Esta película ha generado muchas conversaciones y reflexiones sobre lo que consideramos como violencia. ¿Qué sucedería si comparáramos esta historia con nuestra cultura ecuatoriana? ¿Cómo la interpretaríamos?

Primero, enfrentemos las duras estadísticas proporcionadas por el INEC acerca de la violencia de género. En Ecuador, seis de cada 10 mujeres han experimentado algún tipo de violencia de género. Esta violencia incluye maltrato físico, sexual, psicológico y patrimonial, y todos estos tipos de agresiones no solo impactan a la mujer afectada, sino también a sus hijos, su trabajo y su libertad. Cuando descubrimos que una de cada cuatro mujeres en Ecuador ha sido víctima de violencia sexual, deberíamos sentirnos horrorizados por esta realidad. Además, debemos reconocer que la violencia psicológica es la forma más recurrente, afectando al 53,9 % de las mujeres.

Estamos hablando de que la mitad de las mujeres en nuestro país han sufrido algún tipo de violencia que, de alguna manera, les impide desarrollarse plenamente como seres humanos. Aún más terrible es conocer la fuente de la violencia física: el 87,3 % de las mujeres que la han experimentado lo han hecho en el contexto de una relación de pareja o expareja. ¿Cómo hemos permitido, como país, que estas cifras pasen desapercibidas o sigan existiendo? “Lo difícil es irse”, dice la madre de la protagonista en la película al reflexionar sobre por qué permaneció en un matrimonio abusivo. Esa es la realidad para miles de mujeres, quienes carecen de la independencia financiera para salir de esos entornos abusivos, donde la extorsión patrimonial les niega la seguridad del futuro de sus hijos. Es difícil irse cuando las amenazas físicas ponen la supervivencia por encima de la lógica. No podemos juzgar a ninguna mujer que no logra salir de esos círculos, porque no conocemos lo que enfrenta. Dejemos de normalizar o ignorar la violencia de género, y hagamos más fácil para las mujeres la ruptura de estos círculos.