Claudia Tobar | El valor de una medalla
Las Olimpiadas son un llamado a reconocer la capacidad humana y a preguntarnos: ¿y tú de qué eres capaz?
Los Juegos Olímpicos de París 2024 recibieron a 10.500 atletas provenientes de 206 naciones, todos ellos compitiendo en el evento más importante de sus vidas. Estos atletas sueñan con participar en las 300 competencias que este evento global acoge. Más de la mitad de ellos regresarán a casa sin medallas, pero con la satisfacción de haber vivido una experiencia única durante los juegos. No es raro que tanto los atletas ganadores como los perdedores experimenten una depresión posolímpica debido a la alta demanda emocional y la presión que enfrentan.
¿Cuál es el valor de una medalla? Este símbolo no solo representa vencer a otros, sino también superarse a uno mismo en momentos de duda. Cuando todo indicaba que el camino era demasiado duro, continuaste creyendo en ti. Incluso sin medalla, esta debería ser la sensación para todos los participantes que demostraron disciplina, perseverancia y valentía. Al reconocer que la experiencia ganada es la mejor medalla, alcanzamos el verdadero éxito. En la vida, como en los deportes, lo más valioso son los momentos, memorias y experiencias; el dinero, los bienes, premios y medallas son meros refuerzos externos. Es fácil decirlo cuando no eres un deportista de élite, pero siento una tremenda admiración por todos los no medallistas de París 2024, quienes tienen la perseverancia para seguir entrenando. Me emocionan las historias de atletas que, en su tercera participación en las Olimpiadas, finalmente ganan una medalla. Esas historias de perseverancia, pasión, disciplina y compromiso son las que más nos deberían motivar. Todos los participantes tienen talento, pero lo que más tienen es ‘ñeque’, y ese es el mejor de los talentos.
La lección más valiosa de estas Olimpiadas está en reconocer no solo la velocidad, capacidad y resistencia de los participantes, sino nuestra tenacidad para cumplir metas. Todos los seres humanos tenemos el potencial de ser determinados, no solo en los deportes sino en cualquier objetivo que nos propongamos. Las Olimpiadas son un llamado a reconocer la capacidad humana y a preguntarnos: ¿y tú de qué eres capaz?