Claudia Tobar: Las últimas veces
Disfruta cada momento rutinario como si fuera el último, porque puede que la próxima vez ya no te necesiten
El mundo te prepara para las primeras veces cuando eres padre. Incluso hay álbumes diseñados para documentar todas las primeras veces de tu bebé: la primera palabra, los primeros pasos, incluso la primera comida. Con ilusión guardamos esas memorias y las compartimos en nuestras historias de crianza.
Sin embargo, lo que nadie menciona en la paternidad son las últimas veces.
Alrededor de los 10 o de los 12 años, los hijos comienzan a entrar en una etapa de preadolescencia, y con ello empiezan a suceder esas últimas veces.
Como padres, vivimos el día a día en automático, sin darnos cuenta de que podríamos estar experimentando la última vez de tantas cosas.
Tal vez esta noche sea la última vez que tu hijo deje un diente bajo la almohada, o este diciembre sea el último en el que la magia de la Navidad llene la casa.
Quizás hoy fue la última vez que le cortaste las uñas, o que le organizaste una fiesta de cumpleaños temática, porque el próximo año ya será demasiado ‘grande’ para una torta de superhéroes o de princesas.
Nadie nos prepara para estas últimas experiencias.
“Los hijos crecen rápido”, nos dicen, pero pocas veces nos invitan a tomar conciencia de lo que es rutinario.
Detrás de todas esas noches de agotamiento, aquellas en las que te piden que los acompañes a dormir, podría estar escondida esa última vez en que te necesiten a su lado.
Lo que resulta irónico es que, como padres, nuestra labor es justamente la de prepararlos para ser independientes, para que puedan dormir solos, para que no necesiten ayuda en las actividades que constituyen lo cotidiano.
Entonces, ¿por qué la nostalgia de verlos crecer pesa tanto?
Guardar los recuerdos de las primeras, las intermedias y las últimas veces es lo que queda grabado en nuestra memoria para siempre.
Disfruta cada momento rutinario como si fuera el último, porque puede que la próxima vez ya no te necesiten.