Claudia Tobar: El poder de la economía plateada

Su tiempo libre les permite explorar nuevos campos, desde historia del arte hasta tecnología
La economía plateada abarca todas las actividades económicas, productos y servicios dirigidos a personas mayores de 50 o 60 años, grupo etario que está transformando los mercados globales. Según Forbes, este segmento genera más de $15 billones anuales a nivel mundial, lo que lo convierte en el tercer mercado más grande del planeta, con un poder económico que no puede ser ignorado por las industrias.
Las marcas han evolucionado para satisfacer sus necesidades. Hace 40 años, los productos para adultos mayores se limitaban a ropa cómoda, fármacos y actividades de entretenimiento pasivo (juegos de mesa o televisión). Hoy este grupo goza de vitalidad, mejor salud y deseo de vivir intensamente. La tecnología ha entrado con fuerza en sus vidas: ahora se diseñan smartphones, tablets y dispositivos con interfaces fáciles de usar, letras grandes y funciones adaptadas a sus necesidades. En moda también hay un cambio radical: ya no buscan solo comodidad, exigen prendas que sigan las últimas tendencias, reflejando su estilo y personalidad. A diferencia de los jóvenes, tienen mayor estabilidad financiera, lo que les permite invertir en productos y experiencias que desean. Por ejemplo, ha habido un notable aumento en viajes diseñados exclusivamente para ellos. Este grupo también destaca por su fidelidad a las marcas que han usado toda su vida y por su apego a hábitos, una característica que las generaciones más jóvenes han perdido.
La economía plateada no para de evolucionar y lo que antes era un grupo pasivo hoy ejerce un importante poder de mercado que redefine industrias enteras. Finalmente, destaco una oportunidad que considero fundamental: la educación continua. Los adultos mayores tienen experiencia, cultura general y un interés genuino por aprender, lo que los convierte en los alumnos ideales. Su tiempo libre les permite explorar nuevos campos, desde historia del arte hasta tecnología. Estoy convencida de que en el futuro veremos a más adultos mayores regresando a las universidades, asistiendo a talleres o inscribiéndose en cursos en línea, demostrando que la vida de estudiante no tiene por qué terminar nunca.