Claudia Tobar Cordovez | Educación a lo largo de la vida
La educación a lo largo de la vida es una estrategia desvalorizada, cuya influencia en la sociedad solemos subestimar
Como educadora, siempre he abogado por una mayor inversión en educación para nuestro país, pues es la que tiene mayor retorno a largo plazo. Sin embargo, el desafío principal de invertir en ella radica en que los beneficios no son inmediatos; los réditos suelen aparecer en un horizonte de 30 años.
Cuando pensamos en educación vienen a nuestra mente escuelas, colegios y universidades como fuentes primarias de aprendizaje. Pero, ¿y si existiera una forma de invertir en educación que ofreciera un retorno más inmediato y ayudara a cerrar brechas urgentes? La educación a lo largo de la vida es una estrategia desvalorizada, cuya influencia en la sociedad solemos subestimar. Cuando las personas superan la edad para asistir a sistemas formales de educación, a menudo las descartamos, sin considerar la posibilidad de que, como adultos, puedan cerrar sus brechas educativas. Incluso quienes han completado su escolaridad formal muchas veces carecen de habilidades esenciales que la escuela no les dio, como la educación financiera.
Las personas aprendemos todos los días; solo la muerte detiene ese proceso que transforma el cerebro constantemente. Subestimamos la capacidad de aprender en la adultez. Hoy, gracias a los celulares, estamos aprendiendo todo el tiempo; a menudo cosas poco relevantes, pero tenemos en nuestras manos una herramienta capaz de transformar la educación continua de forma definitiva. Como países deberíamos ofrecer a los ciudadanos programas, cursos y recursos educativos digitales que les permitan el autoaprendizaje. Esta accesibilidad tendría un impacto extraordinario en el desarrollo social y económico. La tecnología brinda una oportunidad única de democratizar el acceso a información y metodologías de aprendizaje antes reservadas para unos pocos. La nueva inversión en educación debe enfocarse en el aprendizaje a lo largo de la vida. Sin darnos cuenta, las personas pueden aprender mientras esperan el bus, al navegar en redes sociales o al hacer una pausa. Cerrar importantes brechas de desarrollo puede ser más accesible de lo que imaginamos. La clave está en valorar el aprendizaje continuo como pilar esencial para el progreso de la sociedad.