Claudia Tobar: La felicidad y nuestras relaciones

Aunque suene paradójico, hay relaciones cuya pérdida representa una ganancia
La búsqueda de la felicidad ha sido objeto de reflexión para miles de filósofos a lo largo de la historia. Los griegos, como Platón, Epicuro y Aristóteles, estudiaron ampliamente la felicidad, buscando su verdadera fuente. Ellos mencionaron que esta se alcanza al vivir en coherencia con los valores y principios.
La Universidad de Harvard llevó a cabo, desde 1938, la investigación más extensa sobre este tema, haciendo un seguimiento a 724 sujetos durante más de 85 años, de diversos estatus socioeconómicos, condiciones de salud, etnias y ocupaciones, para descubrir la fuente de la auténtica felicidad.
Los hallazgos principales revelan que la calidad de las relaciones es la influencia más importante para la felicidad, y que esta no depende del dinero ni del éxito profesional. Este estudio nos invita a reflexionar sobre cómo cada uno de nosotros tiene el poder de cuidar, atraer y cultivar relaciones de calidad.
La autora española Alba Cardalda aborda este tema y nos invita a reflexionar con una idea crucial: “Vivimos en una sociedad que valora más la calidad de lo que compra que la de sus vínculos, porque prioriza los bienes materiales sobre las personas que nos rodean”. ¿Cuánto tiempo dedicamos a evaluar cuáles son las relaciones que enriquecen nuestra vida, las que nos suman y las que, por el contrario, nos limitan crecer y nos restan?
No es fácil aceptar la realidad de que hay personas cuya negatividad, ciclos de dependencia o chantaje limitan nuestro potencial de ser felices y estar en paz. Cardalda describe el resultado de alejarse de esas personas como “perdinancias”, que son pérdidas que, en realidad, se convierten en ganancias para la vida. Aunque suene paradójico, hay relaciones cuya pérdida representa una ganancia.
Si la calidad de nuestras relaciones afecta directamente nuestra felicidad es momento de evaluar cuáles, ya sean de amistad, de pareja, laborales o familiares, tienen un efecto negativo en nuestra vida. Tenga la valentía de intentar primero cambiar la dinámica que provoca este efecto y si no lo logra, priorice su felicidad y considérelo una perdinancia.