Claudia Tobar Cordovez | El miedo paraliza

Los seres humanos somos más primitivos de lo que pensamos. A pesar de los avances tecnológicos, médicos e industriales, seguimos respondiendo a nuestras emociones de manera instintiva.

El miedo es una de las fuerzas más poderosas que impactan nuestra toma de decisiones. Nuestro cerebro está diseñado para reaccionar ante él, muchas veces sin que seamos conscientes. Lo preocupante es que, al no recibir educación en inteligencia emocional, solemos disfrazar nuestras respuestas al miedo con argumentos lógicos, sin reconocer que, en el fondo, muchas de nuestras decisiones están dictadas por el temor.

El miedo limita el crecimiento, provoca inacción y fomenta la aceptación de desigualdades. Nos empuja a ser espectadores de situaciones que nos incomodan sin atrevernos a cambiarlas. La famosa ‘zona de confort’ en realidad no tiene nada de confort. A menudo es un espacio de insatisfacción y estrés, pero como nuestro cerebro la conoce, preferimos quedarnos ahí. De ahí nace la frase: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

El miedo a lo desconocido nos impide crecer, y sorprendentemente, muchas personas son incapaces de hacer cambios en su vida simplemente por evitar la incomodidad de la transformación. Sabemos que para innovar y ser resilientes debemos cambiar, pero pocas cosas nos resultan tan difíciles.

Superar el miedo requiere valentía, y el primer paso es reconocer aquello que nos paraliza. Entre los temores más comunes están: miedo al fracaso, al rechazo, a la muerte, al cambio, a la soledad o a perder el control. Solemos pensar que el miedo es cosa de niños, pero en la adultez nos enfrentamos a temores aún más profundos.

Un ejercicio sencillo para desbloquear nuestros miedos es preguntarnos: ¿cuál es el temor que me impide hacer lo que realmente desea, lo que es correcto o lo que mi intuición me dice?

El problema con quedarse en la zona de confort es que nada pasa en la zona de confort.