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Claudia Tobar: Nuestras creencias se convierten en nuestra verdad

Avatar del Claudia Tobar Cordovez

Esta nueva entrega introduce emociones adicionales, más complejas, que tienen efectos interesantes en nuestro comportamiento

Cada frase que escuchamos repetidamente en nuestra infancia se almacena en lo más profundo de nuestro inconsciente y, en combinación con otras experiencias, se convierte en parte de nuestra identidad. Este es el mensaje central de la nueva película de Pixar, Intensamente 2. Altamente recomendada para todas las edades, esta película nos recuerda el valor de cada emoción en nuestras vidas. No hay emociones buenas o malas; todas, en conjunto, desempeñan un rol crucial en nuestra supervivencia e interacción social.

Esta nueva entrega introduce emociones adicionales, más complejas, que tienen efectos interesantes en nuestro comportamiento. Con su narrativa enriquecedora y personajes entrañables, la película nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras emociones y experiencias conforman quienes somos.

La película introduce un sistema de creencias que forma la identidad de las personas. Las palabras que escuchamos y nos decimos a nosotros mismos se convierten en nuestra verdad. Si nos repetimos “soy capaz”, “soy bueno”, “soy querido”, eso se vuelve real, y buscamos evidencia para confirmarlo. Por el contrario, si nos decimos que somos incapaces, sin valor o una decepción, reforzamos esas ideas negativas hasta hacerlas verdad. La frase “Trata a tus hijos como las personas más sabias, inteligentes y buenas porque en eso se convertirán” destaca el poder de las creencias que inculcamos en otros.

Las creencias no se forman solo en la infancia; constantemente creamos nuevas con las afirmaciones. Cada día podemos ser conscientes de las creencias sobre nuestro país, dinero, situación global o relaciones humanas. Nuestra identidad se calibra continuamente, y al ser conscientes de cómo la alimentamos, decidimos a qué dar más poder.

La próxima vez que escuchemos afirmaciones como “Ecuador está condenado a la pobreza” o “Soy una persona sin suerte”, recordemos que podemos controlar nuestras creencias. Podemos cambiar el destino de un país recalibrando creencias limitantes por expansivas y positivas.