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Abbas Milani: La peligrosa danza de Israel e Irán

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Occidente necesita con urgencia una estrategia para Irán. Estados Unidos y sus aliados llevan demasiado tiempo respondiendo

Irán e Israel llevan mucho tiempo en una guerra fría que siempre está a un paso de convertirse en caliente. La teocracia iraní define como uno de los elementos de su misión divina la eliminación de Israel. A tal fin, ha creado fuerzas delegadas en toda la región (de Gaza y Líbano a Siria y Yemen) y las ha provisto de armas. Pero en los últimos meses, de la guerra por intermediarios y operaciones clandestinas se ha pasado a la posibilidad cierta de un enfrentamiento directo y total. Aunque ambas partes entienden los peligros actuales, el régimen iraní se encuentra en un momento difícil para su imagen y supervivencia, y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu parece dispuesto a aprovechar la vulnerabilidad de su enemigo. El ataque terrorista cometido por Hamás el 7 de octubre de 2023 fue un doloroso punto de inflexión para Israel. El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, elogió la exitosa operación de Hamás como un signo de la desaparición inminente de la “entidad sionista”; otros clérigos iraníes llegaron a decir que presagiaba el regreso del duodécimo imán, que traerá el triunfo global del islam. Pero la teocracia iraní se encuentra en una posición difícil. Las prolongadas sanciones internacionales y el amiguismo corrupto del régimen han debilitado la economía, provocando descontento general y agitación política latente. La ciudadanía iraní, liderada a menudo por mujeres, exige con valentía igualdad, libertad y condiciones de vida acordes al abundante capital natural y humano del país. Involucrarse en una guerra debilitante contra Israel desestabilizaría aún más al régimen y podría incluso ponerle fin. Los mismos intermediarios que Irán emplea contra Israel, fuerzas estadounidenses y otros actores regionales (como Arabia Saudita) han sido utilizados para sofocar la protesta interna. Con el debilitamiento de dicha red, la teocracia iraní se sentirá más vulnerable y desesperada por restablecer un poder de disuasión contra enemigos regionales y disidentes internos. Sin embargo, tiene que andar con cuidado. Una guerra entre Israel y República Islámica forzaría la intervención de EE. UU. y los iraníes saben que contra el poder militar combinado de ambos países no tienen esperanza. Mas Netanyahu también enfrenta serios desafíos. Un conflicto prolongado sometería los recursos israelíes a presión excesiva, podría provocar pérdidas humanas masivas, y habiendo centrado su legado político en impedir que Irán se haga de armas nucleares, corre riesgo de acelerar eso que más teme. La aceleración del programa nuclear llevaría casi con certeza a que Israel, y tal vez EE.UU., lancen ataques preventivos contra instalaciones nucleares iraníes; el resultado casi seguro sería una ampliación del conflicto. Las consecuencias para la región y la economía global serían devastadoras. Israel e Irán están en la cuerda floja. El primero aún no se recupera de la pérdida de su aura de inviolabilidad tras el ataque de Hamás; el segundo lucha por mantener su influencia regional mientras sus intermediarios sufren grandes pérdidas. Ambos saben que una guerra total sería catastrófica, pero ninguno puede dar total marcha atrás. La única solución real es un Irán democrático. La determinación de su pueblo ha crecido en los últimos años. Por ahora, el resto del mundo debe confrontar y contener la conducta inaceptable del régimen y hacer todo para apoyar las aspiraciones democráticas de los iraníes.