Andrew Gallucci: La diplomacia del dólar que necesitamos
El dinero intermediado por el sector privado exportó las reglas y normas occidentales
Mezclado en el torbellino reciente de noticias políticas, se produjo un hecho de gran importancia para el futuro del dinero digital público. Durante la cumbre de los BRICS en Kazán (Rusia), el Banco de Pagos Internacionales (BPI) anunció su salida de Project mBridge, una iniciativa de pagos y activos digitales. Concebido en 2022 para actuar como cámara compensadora de monedas digitales emitidas por bancos centrales, mBridge servía de anclaje a los esfuerzos del BPI en pos de crear un sistema global de liquidación interbancaria que permitiera conectar esas monedas digitales sin pasar por el control de gobiernos individuales. Aprovechando las mejoras de eficiencia de la tecnología blockchain, mBridge ofrecía una solución a quienes hallan decepcionante la lentitud y el costo de los sistemas de pago transfronterizo actuales. Aunque muchos están de acuerdo en el uso de las nuevas tecnologías para aumentar la eficiencia y la equidad del sistema financiero, no quieren abrirle la puerta a un orden mundial que ya no esté basado en las leyes y normas occidentales. Hace mucho tiempo que los organismos de inteligencia estadounidenses llaman la atención sobre este dilema, advirtiendo que hay “estados canallas” que están creando mecanismos de liquidación alternativos a prueba de sanciones o utilizando activos virtuales para facilitar el comercio bilateral (por ejemplo, entre Rusia y China). La veloz adopción de formas no reguladas de dinero digital por parte de actores transgresores ha dado impulso a un debate entre líderes de los BRICS y entre los de Occidente sobre la necesidad de revisar la arquitectura financiera internacional vigente. La dirigencia occidental tendría que pensar el modo de sacar el mayor provecho posible a los nuevos canales para el comercio y pagos internacionales. El proyecto mBridge ya ha demostrado que la tecnología blockchain puede conectar la economía global mediante transacciones a la velocidad de Internet; la única pregunta ahora es cómo lograr el equilibrio justo entre los sectores público y privado. Tal vez la mejor alternativa a la idea de los BRICS sea mantener la arquitectura actual, pero modernizando los canales de distribución del dólar, del euro y de la libra. En la actualidad más o menos 90 % de los flujos de divisas sigue dolarizado, pero en su última evaluación de mecanismos de pago transfronterizo, el Consejo de Estabilidad Financiera señaló la necesidad de actualizar el frágil, lento y costoso sistema de moneda fiduciaria vigente.
EE. UU. tiene a su disposición un arma no tan secreta para enfrentar las deficiencias del sistema y contrarrestar las ambiciones de sus adversarios: adoptar el dólar digital regulado y dejar al sector privado seguir haciendo lo mismo que hasta ahora. ¿Podrán los funcionarios occidentales mostrar tanto entusiasmo por la digitalización como los líderes de los BRICS y dar pasos hacia la regulación del dólar digital? De ser así, una de las primeras medidas a tomar es crear una estructura regulatoria para el dinero privado digital en forma de ‘stablecoins’ en dólares, lo que ya cuenta con apoyo bipartidario en el Senado y la Cámara de Representantes de EE.UU. Legislar un estándar estadounidense para el uso seguro, legal y regulado de dólares digitales (emitidos por actores públicos o privados) daría una respuesta autorizada a quienes destacan el dilema entre el uso del dólar y la participación en la economía digital.
Ignorar las implicaciones tecnológicas de mBridge y de la tokenización puede dar lugar a una gran pérdida estratégica. Aunque el dólar sigue siendo la principal moneda de liquidación internacional, está cada vez más cerca de no ser la moneda de la mayoría de transacciones.