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Desmond Lachman | El inminente desastre presupuestario de Trump

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En los próximos 10 años las rebajas impositivas que propone Trump añadirán 7,8 billones de dólares al déficit presupuestario

El filósofo español George Santayana advirtió que quienes no aprenden del pasado están condenados a repetirlo. Vista la insistencia del presidente estadounidense Donald Trump en que puede eliminar el déficit comercial con aranceles a las importaciones, es inevitable preguntarse si no aprendió nada después de que lo intentó y fracasó en su primer mandato. Si algo hubiera aprendido, tal vez entendería una realidad económica básica: los aranceles por sí solos no reducirán el déficit comercial, sobre todo si se los combina con rebajas impositivas masivas, que provocarán un aumento descontrolado del déficit presupuestario. Creer que el déficit comercial de Estados Unidos es un problema ha sido un rasgo esencial de la cosmovisión económica de Trump. En su opinión, los otros países se han aprovechado de EE.UU. exportando más de lo que importan, robándole puestos de trabajo a su industria fabril y acumulando riqueza a expensas de EE.UU. ¿Y cuál es su solución? Insistir en arancelar las importaciones, lo que en su opinión es la herramienta más eficaz para corregir el desequilibrio. Suele pasarse por alto que la verdadera razón por la que con Trump creció el déficit comercial no fueron los aranceles, sino las grandes rebajas impositivas que Trump aprobó en simultáneo. La Ley de Empleo y Reducción de Impuestos (2017) tuvo dos grandes efectos: incentivó la inversión, al reducir el tipo del impuesto de sociedades, y aumentó el déficit presupuestario, lo que redujo la tasa de ahorro nacional. De modo que incluso antes de que la pandemia de COVID19 provocara un gran aumento del déficit, este ya había saltado de 584.000 millones de dólares en 2016 a 984.000 millones en 2019. La lección económica clave que Trump debería haber aprendido de su primer mandato es que lo que determina el déficit comercial no son los aranceles, sino la relación entre lo que gasta un país y lo que produce. O como dijo John Maynard Keynes, el motor del déficit comercial es la diferencia entre el ahorro y la inversión. Cualquier país que ahorra menos de lo que invierte tendrá un déficit comercial, por más alto que sea su muro arancelario.

Las consecuencias pueden ser graves. ¿Ya que el resultado probable de las rebajas de Trump será incentivar la inversión y reducir el ahorro nacional, ¿cómo no van a aumentar el déficit comercial, igual que en su primer mandato? Si Trump de veras quiere reducir el déficit comercial debería reconsiderar su plan de rebajas impositivas y centrarse en diseñar una estrategia coherente para reducir el déficit presupuestario aumentando la recaudación y conteniendo el gasto público. Esto podría complementarse presionando a China para que implemente reformas económicas que estimulen el gasto de los hogares y pongan coto a su exceso de ahorro, que es desde hace tiempo un factor de los desequilibrios comerciales internacionales. Las políticas actuales de Trump pueden provocar una guerra comercial, frenar la recuperación económica mundial y revivir las destructivas políticas de empobrecer al vecino de los años 30. No habiendo aprendido nada de su primer mandato, parece decidido a redoblar sus políticas comerciales agresivas, pese al creciente déficit comercial, lo que provocará casi con certeza que los socios comerciales de EE.UU. tomen represalias. Hay mucho en juego y sólo cabe esperar que Trump cambie de rumbo antes de que sus políticas provoquen una desaceleración económica mundial. Pero por el momento nada indica que tenga intención de hacerlo.