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José Antonio Ocampo: Los problemas no resueltos de la economía global

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Algunas de las propuestas más interesantes se relacionan con la reforma del Banco Mundial. Un componente clave es la mejora de su capacidad financiera

La agenda económica mundial ha estado abarrotada en 2023. En julio se reunió el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas , dedicado a monitorear el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En septiembre se celebraron la segunda Cumbre de los ODS y la cumbre del G20 en Nueva Delhi, seguida en octubre de las reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI en Marrakech. En noviembre, la ONU adoptó una importante decisión sobre cooperación tributaria internacional. Y se acaban de reunir en Dubái para la Conferencia anual de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28). Una lección básica de estas reuniones es que el mundo está tardando demasiado en alcanzar los ODS (especialmente poner fin a la pobreza y garantizar la seguridad alimentaria) y lograr avances significativos en la lucha contra el cambio climático. Otra es que los responsables de las políticas económicas enfrentan múltiples riesgos generados por la economía mundial: en 2022, un aumento de la inflación provocó rápidos aumentos de las tasas de interés en muchos países, lo que, junto con los altos niveles de la deuda pública limitó la capacidad de los gobiernos para utilizar una política fiscal expansionista para contrarrestar la desaceleración del crecimiento. Aunque la inflación está bajando, persisten altas tasas de interés y un crecimiento más lento. Los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) deben ir más allá de su función tradicional de financiar proyectos de inversión de países en desarrollo en políticas sociales e infraestructura, para promover su contribución a la provisión de bienes públicos globales. Hay dos problemas con estas propuestas. El primero: requieren importantes recursos si las instituciones internacionales van a aumentar el apoyo a países en desarrollo y de ingresos medios en crisis y contribuir a la provisión de bienes públicos globales por parte de ellos. Convencerlos será difícil. El segundo problema es que la capitalización de los BMD sólo será posible con el apoyo de importantes miembros, como Estados Unidos. En materia de deuda prácticamente no se ha decidido nada. Quedó sin respuesta la cuestión de si se debe dar acceso a algunos países vulnerables de ingresos medios al Marco Común, que se creó en 2020 para ayudar a los países de bajos ingresos con deudas insostenibles a hacer frente a la pandemia de COVID-19, mecanismo hasta ahora ineficaz, por retrasos en las negociaciones con los acreedores y el temor de los deudores de que su calificación crediticia se vea afectada. En cuanto a la cooperación tributaria internacional, los acuerdos alcanzados en 2021 en el Marco Inclusivo de la OCDE aún esperan su implementación. Abordar los desafíos que enfrenta el mundo, desde la deuda hasta el cambio climático y los ingresos fiscales adecuados, será difícil; las perspectivas económicas mundiales están lejos de ser halagüeñas. El FMI predice que el crecimiento global será bajo en 2023 (3 %) y en 2024 (2,9 %), en comparación con el 3, 7% anual en la década anterior a la pandemia. Los países desarrollados y en desarrollo tendrán dificultades. Si bien la inflación está disminuyendo, el FMI recomienda que los bancos centrales adopten un enfoque cauteloso con respecto a las tasas de interés, bajándolas solo cuando la inflación esté completamente bajo control. Esto no augura nada bueno para el crecimiento.