Manica Balasegaram | Amenaza sanitaria por cambio climático...
La OMS señala que la RA (resistencia a los antibióticos) es una de las diez principales amenazas sanitarias globales.
Casi todo el mundo coincide en que el cambio climático es la mayor amenaza para la salud de las personas. Un aumento de 2 °C en las temperaturas globales (umbral que probablemente cruzaremos a fines de este siglo) puede cobrarse hasta mil millones de vidas, con causas de muerte que incluirán fenómenos meteorológicos extremos, olas de calor, sequías, inundaciones, brotes de enfermedades infecciosas y escasez de alimentos. Pero la situación puede terminar siendo peor, pues los pronósticos actuales no tienen en cuenta el inevitable aumento de la resistencia a antibióticos (RA). El cambio climático puede tener un profundo efecto sobre la RA; hay cada vez más pruebas de que un clima adverso y el aumento de temperaturas pueden facilitar la aparición y difusión de patógenos resistentes a fármacos. Pero los modelos que se usan para medir los efectos sanitarios del cambio climático (lo mismo que las políticas oficiales en respuesta al calentamiento global) pasan por alto el creciente riesgo de dicha resistencia, y este descuido inmenso hará más difícil tratar infecciones y mantener la salud de la población. Aunque un planeta más cálido supone mayor riesgo de extinción para casi 11.000 especies, también puede ofrecer condiciones más favorables a bacterias y hongos. Temperaturas más altas se asocian con mayores tasas de crecimiento bacterial e infección, y pueden generar presión evolutiva sobre los microbios, llevándolos a mutar y desarrollar RA. Y los fenómenos meteorológicos extremos, en particular inundaciones y sequías, aumentarán la difusión a través del agua de enfermedades infecciosas como cólera y fiebre tifoidea, además de resistencia a fármacos. Estos fenómenos suelen interrumpir el acceso a saneamiento y agua potable, dificultando la prevención y control de infecciones. La densidad urbana también tiende a acelerar la transmisión de patógenos. Según algunas estimaciones, la crisis climática puede provocar el desplazamiento de 1.200 millones de personas de aquí a 2050; el resultado probable será un hacinamiento creciente en las ciudades. La RA es una crisis global en aumento pero muchos todavía piensan en la RA y el calentamiento global como hechos separados. La comunidad internacional no está prestando la debida atención al impacto del cambio climático sobre la salud de la gente y las posibilidades terapéuticas. En preparación para la creciente crisis de RA, tenemos que dar cada vez más importancia a la prevención y el control de infecciones y, sobre todo, asegurar un uso razonable de antibióticos eficaces. Esto demandará el desarrollo de nuevos antibióticos, hacer las inversiones correctas y crear los incentivos correctos para que los que ya existen lleguen a quienes los necesitan. Pero eso no bastará. Los gobiernos de todo el mundo tienen que aumentar en forma sustancial los fondos destinados a la investigación de la RA para poder dar respuesta a nuevas formas de resistencia a fármacos causadas directa o indirectamente por el calentamiento global. Para ello es necesario incluir la RA entre las contingencias del cambio climático y, sobre todo, verla como un problema conectado con el aumento de temperaturas, no separado; y esto debe comenzar en la reunión de alto nivel de la ONU sobre RA de septiembre y en la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP29) de este año en Bakú. De lo contrario, la eficacia de los fármacos que ya existen empezará a fallar justo cuando más los necesitamos.