Premium

Ngaire Woods | ¿Tienen los políticos derecho a tomarse vacaciones?

Avatar del Columna Internacional

Cuanto más cansado esté un dirigente, más tenderá a recurrir al hábito, a la falsa analogía y a la heurística

Ahora que en el hemisferio norte el verano se despide y la gente vuelve al trabajo, muchos dirigentes políticos se van de vacaciones con el argumento de que los ayuda a recargarse y funcionar mejor que quienes se quedan en sus puestos. Pero el primer ministro británico Keir Starmer decidió cancelar sus vacaciones de verano para hacer frente a los disturbios desatados en varios puntos del país, como señal de la gravedad de la situación y de su compromiso con restaurar el orden. Su decisión fue muy diferente a la del ex secretario de Asuntos Exteriores británico Dominic Raab, quien optó por quedarse de vacaciones en Grecia mientras el gobierno afgano (al que el Reino Unido apoyaba con personal y recursos) se derrumbaba y los talibanes tomaban control de Kabul, en agosto de 2021. Esta decisión provocó un escándalo.

En algunos países, irse de vacaciones es casi un tabú para los políticos.

Quienes cuestionan las vacaciones de los políticos sostienen que han sido elegidos para anteponer los intereses de sus países a los propios. Según este razonamiento, durante su mandato tienen que estar siempre al pie del cañón y dar un ejemplo al resto. O por lo menos, estar disponibles si estalla una crisis importante.

También se les suele criticar a los políticos que hagan viajes caros, cuando muchos trabajadores no pueden ni pagarse unas vacaciones; puede parecer una falta de patriotismo. Además, que funcionarios públicos viajen en jet privado y se alojen en resorts de lujo con todos los gastos pagados por actores interesados en influir en sus decisiones suena inevitablemente a corrupción. Algunos sostienen que hay que dejar a los políticos pasar tiempo con sus familias; los políticos tienen que ser un modelo de equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal.

Otro argumento a favor de que los dirigentes se tomen vacaciones es que está comprobado que la fatiga de decisión provoca un deterioro apreciable del desempeño y que tomarse un descanso del trabajo aumenta la productividad, ya que mejora la salud física y mental y las condiciones generales de seguridad.

Tratándose de dirigentes políticos, la claridad de juicio es crucial, porque sus países dependen de que sean capaces de enfrentar crisis inesperadas, absorber nuevos hechos y datos, evaluar las consecuencias de diversas políticas y tomar decisiones difíciles. Cuanto más cansado esté un dirigente, más tenderá a recurrir al hábito, a la falsa analogía y a la heurística, lo que disminuirá su capacidad para gobernar con eficacia. Por supuesto, encontrar el equilibrio justo entre el descanso y la vigilancia no es tarea fácil.

Los dirigentes no deben permitirse unas vacaciones lujosas; por el contrario, deben anteponer la mesura al exceso y evitar conflictos de intereses e influencias indebidas.

Lo último que quieren ver los votantes (sobre todo en tiempos de vacas flacas) es a sus representantes electos disfrutando vacaciones lujosas con todos los gastos pagos. Pero sin desmerecer lo antedicho, es muy razonable que los dirigentes tengan su tiempo para descansar, aclarar la mente y recargarse, y así estar preparados para los desafíos venideros.