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El peor acierto o el mejor error (Agricultura 4.0)

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"...surgen ciertos conceptos que habían sido siempre ajenos al ser humano. Nace la idea de territorio propio; la noción de superávit -y de carencias- y el trabajo en desventaja... Y con ello vinieron de la mano la tiranía, el feudalismo, la realeza y las guerras"

En 1987, en un delicioso y controversial artículo que recobra vigencia con el debate sobre el calentamiento global, Jared Diamond dijo que Revolución Neolítica (la transición de ser cazadores-recolectores a ser agricultores) había sido “el peor error en la historia de la raza humana”.

En pocas palabras, con la agricultura emerge la necesidad de sobrevivir de una manera diferente, y con ello surgen ciertos conceptos que habían sido siempre ajenos al ser humano. Nace la idea de territorio propio; la noción de superávit -y de carencias- y el trabajo en desventaja... Y con ello vinieron de la mano la tiranía, el feudalismo, la realeza y las guerras. Históricamente, no es del todo descabellada esa interpretación.

Pero, sea lo que fuere, lo cierto es que la decisión se tomó hace 10 mil años; y ahora, para el 2050, habrá que alimentar entre 9 y 10 mil millones de personas; y para ello debemos aumentar la producción en un 70 % comparado a la década de los 70. Y, sin cambios drásticos, no vamos a poder.

La etapas por las que ha pasado la agricultura son tres: “1.0”, desde el neolítico hasta 1920; “2.0”, desde entonces hasta hace aproximadamente 10 años (lo que se conoce como la Revolución Verde); y, “3.0”, desde hace 10 años hasta ahora (la época de ‘Big Data’). La Revolución Verde, contrario a lo que su nombre sugiere, incrementó sustancialmente la producción, pero el daño que causó al medioambiente fue catastrófico (lo ‘verde’ de la revolución fue el número de plantas, no el cuidado al planeta).

Nos urge dar el siguiente paso: ‘Agricultura 4.0’. Tenemos que encontrar la forma de alimentar al mundo y cuidar el planeta. Y tenemos que hacerlo ¡ya! Para ello ya se habla de hidroponía, de alimentar al ganado con algas (la cría de ganado y cultivo de peces genera el 35 % de los gases de invernadero), granjas verticales, agricultura de precisión (para evitar desperdicio y volver eficiente todo, desde la fertilización hasta la cosecha), inteligencia artificial, consolidación de granjas, robótica, drones, modificación genética (pero la honesta, no aquella que modifica las plantas para no producir semillas, obligando al agricultor a comprar constantemente), aprovechar el internet de las cosas (IOT), carnes artificiales, nanotecnología, granjas en el desierto y granjas en el mar... etc.

El futuro, con esos cambios que necesitamos y estamos viendo surgir, se muestra esperanzador. Parece que vamos entendiendo que no tenemos alternativa. Y ante la falta de opciones, el ingenio humano, hasta ahora, ha prevalecido frente a la calamidad.

Desde luego, nada es tan fácil, ya hay detractores de la Agricultura 4.0: La “Ecoagricultura”, que demanda granjas pequeñas, producción local, no transportar productos, etc. En suma, volver a lo básico, casi a la Revolución Neolítica; y sostienen que el momento en que se habla de modificaciones genéticas para sembrar en el desierto, ya hemos perdido el norte en algún lugar del camino.

Diamond se pregunta si de alguna manera “alcanzaremos esas seductoras bendiciones que imaginamos detrás de la brillante fachada de la agricultura, y que hasta ahora nos han eludido”.

Lo maravilloso -o lo fatal- es que, precisamente por la Revolución Neolítica, desde el instante que el ser humano dijo “voy a sembrar y aquí me voy a quedar”, nunca conoceremos la alternativa, nunca conoceremos -como diría Robert Frost- el camino no tomado.