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Prisioneros del futuro

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"La omnipresencia de las redes sociales y del ‘internet de las cosas’ ya no solo nos rodea y manipula cuando estamos ‘online’; nos asedia permanentemente, incluso ‘offline’; al punto que -en el más profundo análisis- ya solo existe el ‘onLife"

En 1989, Dan Simmons, en su saga de ciencia ficción, Hyperion, predijo que el internet se convertiría en un lugar paralelo, virtual, formado por miles de millones de redes, con vida artificial en varias escalas, desde lo que equivale a un insecto (programas pequeños) hasta lo que equivale a un dios (inteligencias artificiales), con motivaciones diversas, buscando a la vez ayudar a la humanidad, y dañarla también.

El concepto de la ‘infoesfera’ no es de Simmons (aunque ayuda a explicarlo). El filósofo italiano Luciano Floridi, ya nos advirtió antes que algo realmente importante le está ocurriendo a lo que somos y a cómo nos relacionamos, así como al ambiente que habitamos. Y se trata de un cambio que no ocurre muy a menudo. Y a esa realidad hay quienes la llaman infoesfera (información+esfera), un término que utilizó R. Sheppard en la revista Time en 1971, al explicar que “así como un pez no puede conceptualizar el agua o las aves, el aire, el hombre apenas entiende su infoesfera, esa envolvente capa de esmog electrónico y tipográfico compuesto de clichés del periodismo, entretenimiento, publicidad y gobierno”.

Posteriormente, el escritor estadounidense A. Toffler la usó en su libro La Tercera Ola, cuando dijo: “Lo que es inevitablemente claro, no importa qué elijamos creer, es que estamos alterando nuestra infoesfera fundamentalmente (...) estamos añadiendo un nuevo estrato de comunicación al sistema social. La emergente infoesfera de la Tercera Ola hace que la de la Segunda Ola -dominada por sus medios de comunicación masivos, la oficina de correos y el teléfono- parezca totalmente primitiva en contraste”.

La omnipresencia de las redes sociales y del ‘internet de las cosas’ ya no solo nos rodea y manipula cuando estamos ‘online’; nos asedia permanentemente, incluso ‘offline’; al punto que -en el más profundo análisis- ya solo existe el ‘onLife’, como nos dice Lola Almendros en un artículo publicado hace un par de años. De acuerdo a Floridi, es posible igualar la infoesfera a la totalidad del ser.

Esto reafirma que no estamos ante una adaptación sino una transformación. La infoesfera es “todo el ambiente (...) constituido por todos los entes de información, sus propiedades, interacciones, procesos y relaciones mutuas”... es la Cuarta Revolución: “En la primera, Copérnico puso la tierra en órbita y al ser humano lejos del centro del universo. Darwin cortó el cordón umbilical con Dios en la segunda de las revoluciones, situándonos, de la mano del azar, en medio de un proceso evolutivo que nos anclaba a la naturaleza. Freud fue el protagonista de la tercera, pues acabó con la última ilusión que quedaba: ni siquiera somos transparentes a nosotros mismos”. La cuarta revolución, dice Floridi, se la debemos a Turing, y “es un proceso de dislocación y reevaluación de la naturaleza fundamental de la humanidad y su rol en el universo. La naturaleza y rol de estos humanos dislocados es el de los ‘inforgs’. No son ciborgs, no son transhumanos, tampoco son ‘profiles’, avatares o huellas digitales”. Los inforgs son ‘organismos de información’, conectados y anclados en un ambiente en el que viven y comparten.

Para tenerlo un poco más claro, es sin duda alguna el modo de existencia natural de la Generación Z (posterior a los Millennials).