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3.500 calorías... y no maten al mensajero

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"Pero la utopía permite toda clase de licencias: el hecho de hacer ejercicio para perder peso, genera un falso sentido de beneplácito respecto de cuánto podemos comer sin engordar, y allí es donde se genera la tormenta perfecta"

Entre las preguntas que más me hacen en relación a cuánto corro, está la de perder peso como consecuencia del ejercicio. La respuesta no es sencilla, y, para casi todo el mundo, es brutalmente desalentadora. Un estudio realizado con gente sedentaria (200 personas entre 40 y 75 años) que durante un año fue sometida a hacer ejercicio vigoroso -vigilado- durante una hora diaria, 5 días a la semana, demostró que las mujeres perdieron 3 libras y los hombres 4. Otro estudio siguió a gente durante 10 años: 5.000 adultos, de los cuales algunos hicieron ejercicio y otros no. El resultado fue que todos ganaron peso; no hubo una estadística significativa de diferencia, ni siquiera con la variable de que la gente que no perdió peso fue porque ganó masa muscular.

Todo esto tiene como fundamento la fisiología y las matemáticas. Una libra de peso corporal equivale a 3.500 calorías (Cal). Si terminas el día con 3.500 Cal negativas, habrás bajado una libra, si terminas con esas Cal de más, habrás subido una libra. Correr o caminar una milla (voy a millas en vez de kilómetros porque son más fáciles los números) consume o quema 100 Cal (+/- 10 o 20 Cal dependiendo de la masa corporal); claro, si corres una milla en lugar de caminarla, en un lapso determinado habrás quemado más calorías por minuto, pero 100 Cal por milla a fin de cuentas.

Diez kilómetros equivalen casi a 6 millas, lo que significa que correr 10 km quema 600 Cal. Si corres 10 km diarios 6 días a la semana, en ese lapso habrás consumido 3.600 Cal (prácticamente una libra). Es decir que tu déficit calórico de la semana entera por correr 10 km diarios es ese, no hay más. Y si el domingo te comes un bolón de los típicos con un vaso de jugo de frutas (1.100 Cal) y luego almuerzas hamburguesa, papas fritas, coca cola y un helado (1.600 Cal) y en la noche un ‘shake’ de proteínas y algo de fruta (500 Cal), prácticamente habrás borrado de un plumazo todo el ejercicio de toda la semana (6 días, 10 km diarios).

Pero la utopía permite toda clase de licencias: el hecho de hacer ejercicio para perder peso genera un falso sentido de beneplácito respecto de cuánto podemos comer sin engordar, y allí es donde se genera la tormenta perfecta.

Quizá alguna vez habrás escuchado aquello de que “los abdominales se hacen en la cocina” (no con zapatos de correr). Y aquí es donde se forma la segunda tormenta perfecta: las dietas. Al final del día, ninguna dieta funciona si no funcionas tú. Se trata de disciplina (la misma que necesitas para el deporte). Solo se puede perder peso con déficit calórico. Punto.

Y, no. No es verdad lo que te dice toda la publicidad sobre planes dietéticos y ejercicios maravillosos que queman la grasa que tienes acumulada en la cintura. Eso no existe; simple y sencillamente no es posible quemar grasa “localizada”. Y no importa los abdominales que tengas, nadie los va a ver si tienes una capa de grasa de más de 4 milímetros encima de ellos.

Una aclaración: me refiero al beneficio del ejercicio y su incidencia en la pérdida de peso; nada más. El ejercicio es fundamental para temas de salud, tales como regular la presión arterial, ayudar contra la depresión, proteger contra enfermedades, etc.

Y tener las cosas claras suele ser un magnífico primer paso. El día en que más rápido he perdido calorías yo, fue cuando perdí 600 en un segundo... porque se me cayó la empanada.