La carrera de la energía limpia está en marcha

Descarbonizar las propias operaciones del gobierno federal de Estados Unidos es esencial, tanto por su propio beneficio como para impulsar la transición más amplia a edificios e infraestructura de transporte de bajas emisiones de carbono en toda la economía’.
Estados Unidos entró en la carrera de la energía limpia a lo grande con la Ley de reducción de la inflación (IRA), que subsidiará a productores y consumidores de energías renovables en EE. UU. con $ 369.000 millones en diez años, y que autoriza al Departamento de Energía (DOE) a prestar hasta $ 250.000 millones a empresas norteamericanas que estén invirtiendo en la transición a energías limpias. Entre la IRA y el reciente paquete de $ 52.000 millones para impulsar la producción de semiconductores en EE. UU., resulta evidente que la política industrial vuelve a estar en boga en Washington. Según Bloomberg, las inversiones globales en la transición energética superaron los $ 750.000 millones en 2021. Y McKinsey & Company ofrece una cifra aún más generosa: $ 2 billones. Cifras que se refieren al total de nuevas inversiones a nivel global y que provienen principalmente del sector privado. El despliegue global de renovables, vehículos eléctricos y otra infraestructura de bajas emisiones de carbono se está acelerando rápidamente, pero existe una brecha que se amplía entre lo que se está haciendo y lo que hay que hacer para manejar la crisis climática. Analistas de Bloomberg piensan que las inversiones globales en energía limpia tienen que triplicarse en 2025 y volver a duplicarse para fines de la década. McKinsey calcula que harán falta inversiones totales anuales de más de $ 9 billones entre hoy y 2050 para alcanzar el cero neto, con alrededor de $ 2,7 billones por año que pasen de fuentes de energía sucia a limpia. Los subsidios gubernamentales -cuando se los diseña apropiadamente- prometen movilizar un múltiplo mucho mayor de los dólares provenientes de la inversión privada. A los consumidores no se les explica la cantidad de contaminación que se produce en la creación de un producto determinado. Solo la energía responde por alrededor del 33% de la inflación de EE. UU., y es razonable suponer que algunos aumentos de los precios de alimentos y otras materias primas se deben a insumos energéticos y costos de transporte más altos. Invertir en eficiencia energética y energía limpia sería ampliamente deflacionario, al menos a mediano y largo plazo. Más inversiones en transición verde pueden derivar en una presión alcista temporaria sobre los precios de la energía limpia y la descarbonización, por eso la IRA pone tanto énfasis en invertir en capacidades de producción y cadenas de suministro. Estados norteamericanos como California, Nueva York y Texas siempre han estado más adelantados que el gobierno federal de EE. UU. en el respaldo de los renovables. Mas ahora que el gobierno federal ha llegado a la puerta de salida, la transición a energía limpia se ha convertido en una carrera global hacia la cima. EE. UU. ha encendido un fuego (neutro en carbono) debajo de otros países y bloques supranacionales como la Unión Europea, que ha tenido un liderazgo considerable en políticas climáticas pero cuya estructura política le impide moverse tan rápido como querría. Un desempeño fuerte en la carrera de la energía limpia será bueno para los negocios, la economía y la seguridad nacional. China hoy produce más de dos tercios de todos los paneles solares y baterías de ion de litio, y alrededor de la mitad de todas las turbinas eólicas. Todavía está por verse quién será el ganador relativo en esta puja pero los ganadores absolutos serán los consumidores