La compañía más importante del mundo: qué hacer

TSMC se encuentra atrapada en el medio de una competencia de grandes potencias, pues produce chips que ambos bandos quieren.
Taiwán produce un asombroso 65 % de los semiconductores del mundo y más del 90 % de los chips de más alta gama. Ninguna empresa es más excepcionalmente importante para la economía global que TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). Sus microchips avanzados son indispensables para iPhones, dispositivos médicos, plataformas de lanzamiento de misiles y muchas otras tecnologías, y prácticamente no tienen rivales. Las decisiones de la compañía pueden pesar directamente en cuestiones de seguridad global. Al haber decidido poner en marcha más producción en EE. UU. las tensiones por Taiwán han pasado a primer plano tras la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU.; China llevó a cabo ejercicios militares de agresividad sin precedentes, lanzando misiles y simulando un bloqueo en el Estrecho de Taiwán. En octubre la administración del presidente norteamericano Joe Biden anunció nuevos controles radicales a exportaciones para minar la capacidad de China de producir chips avanzados e implementar otra fabricación de alta tecnología. Esta ha invertido profusamente en la producción nacional de chips con resultados desalentadores. Y ahora que el presidente chino Xi Jinping se garantizó un tercer mandato, su régimen podría tomar represalias poniendo fin a contratos de empresas tecnológicas norteamericanas para construir centros de datos para gobiernos provinciales. TSMC ha recibido exención de un año de los nuevos controles a exportaciones de EE. UU., mas podría llegar un momento en que el gobierno norteamericano la presione para recortar gran parte de sus negocios en China, pues teme que esta esté utilizando chips de TSMC en una nueva clase de misiles hipersónicos y pretenda imponer dominio global en el campo de la IA. La dependencia de China de chips taiwaneses ha servido como disuasión y protección para Taiwán: no puede apropiarse por la fuerza de las instalaciones altamente sensibles de fabricación de chips de la isla. Aunque observadores temen que pueda considerar a TSMC como razón en sí misma para ocupar Taiwán. El presidente de TSMC señala que la guerra destruiría las fábricas de TSMC o las tornaría inoperables. EE. UU. ha intentado reducir su propia dependencia de chips taiwaneses al implementar la Ley de CHIPS y Ciencia de 2022, pero un mayor respaldo federal a productores de semiconductores nacionales no resolverá el problema por completo. TSMC seguirá fabricando los chips más avanzados en el futuro previsible y gran parte de la cadena de suministro permanecerá en Taiwán. Los responsables de políticas en EE. UU. deben ser prudentes en lo concerniente a control de exportaciones. Las políticas que logren aislar a China por completo de los chips avanzados podrían cambiar el cálculo de disuasión y dejarla sin nada que perder si lleva adelante una invasión. Al aumentar las tensiones políticas, mantener la disuasión en el Estrecho de Taiwán es más importante que nunca. TSMC busca mantener su estatus de líder industrial inigualable y para ello tendrá que hacer sacrificios en su actividad comercial china, moderar sus nuevas inversiones y diversificación en el exterior, y mantener sus chips más avanzados en Taiwán. China y EE. UU. se verán mutuamente como rivales estratégicos por años y la tecnología y seguridad nacional seguirán estando en el centro de su competencia. Garantizar que economía, comercio y cadenas de suministro de tecnología de Taiwán sean resilientes y menos dependientes de China es el interés vital de EE. UU. Atrapada en la competencia entre grandes potencias del siglo XXI, a TSMC solo le queda esperar que los líderes estadounidenses sigan entendiéndolo así.