Dime cómo hablas y te diré quién eres
...los lenguajes pueden estar muy alejados en apariencia, pero en el fondo están organizados bajo estructuras comunes producto de que somos humanos todos...’.
El idioma es importante. Las historias y vivencias que se construyen gracias a él se han convertido en credos de naciones y de gentes, en mantras que elevan nuestras más crudas, destructivas y radicales verdades, así como en la égida de los más puros, nobles e íntimos sentimientos. La manera cómo lo utilizamos, nos hace definir e interpretar el mundo con fórmulas diferentes. Forja pensamientos e ideas, amistades, relaciones, lazos culturales y emociones que terminan definiéndonos.
La hipótesis de Sapir–Whorf (relatividad lingüística) es un principio que sugiere que el idioma, en su estructura, influye y afecta -al punto de definir- la visión del mundo que tienen quienes lo hablan, es como si la lengua diera forma al pensamiento y no lo contrario. En la antigua Grecia no había palabra para el color azul, por lo que era un concepto que les resultaba ajeno.
A lo largo de la historia las civilizaciones han ido descubriéndose mutuamente y, a pesar de hablar lenguas incompatibles, han llegado a entenderse. Porque los lenguajes pueden estar muy alejados en apariencia, pero en el fondo están organizados bajo estructuras comunes producto de que somos humanos todos, al final del día.
Hideo Kojima (probablemente el mejor creador de viedojuegos que tenemos) en su entrega final de la serie ‘Metal Gear’ (‘Metal Gear Solid V: The Phantom Pain’) logra que lo artístico del juego se vea casi eclipsado por lo profundo de la trama: la palabra hablada se convierte en un arma para el villano que desarrolla un parásito que ataca las cuerdas vocales de la gente -los soldados al principio- con el fin de destruir el idioma Inglés como ‘lingua franca’, y a todo quien lo habla. Nos deja ver así, cómo la palabra hablada (suprimida por el villano) se convierte en una amenaza para el mundo. Algo similar a aquello con lo que Orwell ya había coqueteado en 1984 (no, no el año) con opresión basada en el lenguaje.
Pero el problema es otro cuando el interlocutor es un extraterrestre. Para ello hay que dar paso a D. Villeneuve (‘Dune’), quien lleva al cine el tema de una manera sensacional y nos ubica en otro nivel con ‘The Arrival’ (Oscar a Director, Película y Guion -basada en una historia corta de Ted Chiang). Una docena de naves extraterrestres llega a la tierra, nadie conoce sus intenciones. Científicos trabajan para descubrir si los visitantes son pacíficos o agresivos. Pero es una doctora en filología, quien descifrará su idioma para resolver el misterio. Y aunque es un filme de ciencia ficción, los verdaderos héroes son los lingüistas.
Neruda dijo de los conquistadores que, “se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.
Por eso me rebelo, me cuesta (lo siento, es más fuerte que yo) cuando aquellos que despotrican y pontifican, aquellos que hablan ex cátedra desde que abren el ojo, esos importantes que hacen mención a todo el mundo en sus mensajes por RR. SS., esos que se han apropiado de la verdad sin que nadie se las haya dado, destruyen el idioma con sus carencias evidentes. Como dicen por allí (en otra lengua): ‘If you talk the talk, you´ve gotta be able to walk the walk”.