Una elección crucial para América Latina
'La OEA tuvo un papel similar en la denuncia de violaciones de los derechos humanos en Nicaragua, y en el caso de la desaparición de 43 estudiantes en Iguala (México) en 2014'.
El 20 de marzo la OEA celebrará una Asamblea General especial para designar secretario general. Aunque compiten tres candidatos, solo dos tienen posibilidades reales: el uruguayo Luis Almagro, actual ocupante del cargo, y la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, expresidenta de la Asamblea General de Naciones Unidas.
Es una de las elecciones más importantes en los 72 años de historia de la OEA, pues durante ese período llegó a cumplir un papel fundamental en América Latina, que incluyó seguimiento de elecciones, defensa de los derechos humanos y aislamiento de regímenes autoritarios. Por ej., los observadores electorales del organismo cuestionaron desde el primer momento la validez de la elección presidencial del año pasado en Bolivia, y el grupo auditor internacional que encabezaban determinó finalmente que el proceso había sido muy manipulado.
Este hallazgo fue en gran medida lo que llevó a la salida del poder del presidente Evo Morales. Además, a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, investiga abusos, dicta medidas cautelares y condena a los Estados miembros responsables de violaciones.
La permanente crítica de la organización es una de las razones del creciente aislamiento de la dictadura del presidente venezolano Nicolás Maduro. La OEA tuvo un papel similar en la denuncia de violaciones de los derechos humanos en Nicaragua, y en el caso de la desaparición de 43 estudiantes en Iguala (México) en 2014. El secretario general Almagro cuenta con el respaldo de la inmensa mayoría de las democracias de la región.
Espinosa tiene el apoyo de Cuba, que no es miembro de la OEA. Y la representación de Venezuela dentro de la organización no la tiene el gobierno de Maduro, sino Juan Guaidó, que no apoya a Espinosa. Incluso está en duda el voto de Nicaragua. Y los otros Estados que eran de izquierda o «bolivarianos» (Bolivia, Uruguay y El Salvador) viraron a la derecha en 2019.
Por sus vínculos con Correa y el apoyo del presidente mexicano AMLO, no es desacertado ver en Espinosa a la candidata de la izquierda bolivariana y castrista de América Latina. Si EE. UU. y otros miembros de la OEA con ideas similares convencen a tres o cuatro países caribeños para que voten por Almagro, la facción bolivariana perderá.
Aunque existe la posibilidad de que Cuba ejerza influencia encubierta, apelando al importante papel de su personal médico y de inteligencia en muchas de las islas. Venezuela lleva más de diez años proveyéndoles petróleo a precios muy subsidiados y México está tratando de que el Caribe vote en bloque. Pero a diferencia de ocasiones anteriores, EE. UU. parece estar más atento a la OEA.
Designó a Carlos Trujillo, su representante permanente ante la organización, como enviado especial del presidente Donald Trump para la inminente elección y está visitando las capitales del hemisferio con la esperanza de conseguir votos suficientes para Almagro, especialmente en el Caribe.
Estos años la OEA ha sido una fuerza crítica muy activa y eficaz en el combate a los gobiernos autoritarios y a las violaciones de los derechos humanos en América Latina, y es muy importante mantener esa postura. Mas solo será posible si el 20 de marzo el organismo reelige a Almagro.