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Intervención humanitaria en la guerra contra las drogas

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La prevención, el tratamiento, la reducción de daños y la gestión de las sobredosis son piezas importantes del rompecabezas’.

El 18 de junio de 1971 el presidente estadounidense Richard Nixon lanzó la ‘guerra contra las drogas’. Pero en lugar de mejorar la salud pública y el bienestar en Estados Unidos con la represión del consumo de drogas, destruyó la vida de millones, en el país y en el extranjero, en especial en América Latina, África Central y el sudeste asiático. La cuestión ahora es cómo reparar el daño. Su enfoque sobre el consumo de drogas es fundamentalmente punitivo. Ejerce gran presión sobre las fuerzas de seguridad y el sistema penal, al tiempo que envía a millones de personas a la cárcel por delitos no violentos. Aproximadamente una de cada cinco personas encarceladas está cumpliendo condenas relacionadas principalmente por delitos no violentos relacionados con drogas. Además, la guerra contra las drogas ha impedido la regulación efectiva de su producción y distribución. Esto facilita el acceso de los menores a las sustancias prohibidas y genera beneficios exorbitantes para las organizaciones criminales que aterrorizan a las comunidades locales. La guerra contra las drogas es una victoria para la corrupción y un desastre para el Estado de Derecho. Toda esta devastación no ha prevenido el abuso de las drogas. Reformar los modelos internacionales de control de drogas y deshacer algunos daños de la guerra contra las drogas requerirá enfoque humanitario, centrado en intervenciones no patologizantes que promuevan la salud individual y pública. Esto incluye la salud mental, estrechamente relacionada con el abuso de drogas. Los esfuerzos por actualizar y homogeneizar los criterios de evaluación de la salud mental y las normas de atención son esenciales. En términos más generales, las políticas nacionales en materia de drogas deberían alinearse con los esfuerzos internacionales. En 2005, la Cruz Roja Italiana, el Consejo Internacional para la Seguridad y el Desarrollo y la Fundación Villa Maraini, con sede en Roma, se unieron para promover un marco de diálogo y cooperación sobre el desarrollo y la aplicación de políticas de drogas humanas y eficaces. El conjunto de principios que produjo este esfuerzo -el Rome Consensus. El RC 2.0 reconoce que el éxito solo puede alcanzarse si “abogamos a todos los niveles para garantizar más inversiones y concienciación pública para aplicar políticas de drogas más humanas y eficaces”. Acabar con el estigma y discriminación que enfrentan quienes usan drogas es vital para el progreso. Al fomentar una comprensión más precisa, matizada y holística sobre drogas y su consumo -incluyendo a profesionales de la salud-, las campañas educativas pueden contribuir en gran medida a avanzar hacia este objetivo. Las campañas deben reconocer las dimensiones socioculturales, históricas e incluso religiosas del uso de drogas. El uso de “plantas sagradas” (y sustancias que modifican los estados de conciencia) está documentado desde hace siglos como tratamiento de dolencias y prácticas espirituales. Cada vez más investigaciones indican que ciertas sustancias psicoactivas tienen el potencial de tratar trastornos de salud mental. Lejos de ser sinónimo de adicción, algunos tipos de drogas pueden ayudar a tratarla. La guerra contra las drogas es una lucha sin vencedores. La única salida es adoptar un nuevo enfoque centrado en salvar vidas, aliviar el sufrimiento y mantener la dignidad humana. Los derechos humanos de nadie deberían estar en duda.