Mark Leonard: Europa necesita una nueva estrategia para Ucrania
Para sobrevivir en medio de las transformaciones regionales y mundiales, la UE debe aprovechar este período de incertidumbre
Les llevó a los líderes de la Unión Europea ocho horas ponerse de acuerdo para iniciar las negociaciones con Ucrania para su ingreso. Aunque la decisión representa una gran victoria para el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, tuvo un costo elevado: el primer ministro húngaro Viktor Orbán bloqueó el desembolso de USD 55.000 millones de asistencia que Ucrania necesita desesperadamente para defenderse. Mientras la guerra se acerca a su segundo aniversario, Europa enfrenta un dilema. Su estrategia para Ucrania descansa sobre tres pilares: los líderes europeos se comprometieron a definir la victoria como la restauración de la integridad territorial ucraniana, y prometieron apoyar a Ucrania hasta que recupere todos los territorios ocupados por Rusia durante las etapas iniciales de la guerra. Segundo, las políticas de Europa frente a Rusia se centraron únicamente en aplicarle sanciones económicas y aislarla en el plano internacional: las empresas occidentales abandonaron masivamente San Petersburgo y Moscú, el G7 impuso un tope al precio del petróleo ruso y cientos de diplomáticos rusos fueron expulsados de las capitales occidentales. Por último, Europa no dependía tanto de la asistencia estadounidense desde la Guerra Fría.
Todos esos pilares han comenzado a tambalearse. Aunque mediante prestidigitación procedimental se frustró el intento de veto de Orbán al acceso de Ucrania a la UE, la decisión constituye más una victoria simbólica que práctica. Y la eficacia de las sanciones impuestas a Rusia fue puesta en duda cuando una reciente investigación de Político reveló que las restricciones occidentales resultaron mucho menos devastadoras de lo inicialmente previsto. Mientras el presidente ruso Vladímir Putin recorre Medio Oriente y amenaza con abrir nuevos frentes en Europa, en Washington surge consenso sobre la necesidad de que EE. UU. se relacione con Moscú después de las elecciones presidenciales de 2024. El menor interés estadounidense por la guerra de Ucrania es la mayor amenaza a la estabilidad europea. La mayor preocupación de los líderes europeos es un posible regreso de Trump a la Casa Blanca en 2025. Pero el problema va más allá. Biden agregó una nueva frase: afirmó que EE. UU. apoyará a Ucrania “todo el tiempo que pueda”, en vez de “todo el tiempo necesario”. Si Ucrania emerge de esta guerra como una democracia vibrante y se convierte en miembro de la OTAN y la UE, sería una victoria espectacular, independientemente de la cuestión territorial. Esta redefinición de la victoria ucraniana debe ir de la mano con una nueva comprensión de qué constituye la derrota rusa. Independientemente de quién ocupe la oficina oval en enero de 2025, Europa debe reducir su dependencia de EE. UU., aumentar el gasto en defensa y desarrollar una estrategia conjunta eficaz. Es posible que la reunión del Consejo Europeo de este mes haya sentado las bases de una nueva visión para Europa. Los últimos dos años estuvieron signados por un alineamiento inesperado entre los estados miembros de la UE: Francia descubrió un renovado entusiasmo por Europa Oriental y la ampliación, y Alemania, un creciente interés por la defensa. Parece que Italia ha abandonado su romance previo con Rusia y el Reino Unido está reactivando lentamente su relación con la UE. Con las elecciones cruciales para Europa, EE. UU. y el Reino Unido que se avecinan, el futuro de la alianza transatlántica sigue fluctuando. Para sobrevivir en medio de las transformaciones regionales y mundiales, la UE debe aprovechar este período de incertidumbre y cambio para desarrollar una estrategia que le permita, tanto al bloque como a Ucrania, capear los desafíos de los próximos años.