El nuevo desafío de Davos
...la política climática debe tener beneficios tangibles hoy si ha de ser políticamente aceptable.
La reunión insignia anual del Foro Económico Mundial este año se centrará en cómo construir un mundo más cohesivo y sostenible. El tema es oportuno, pero un poco abstracto. Para darle forma más concreta, tenemos algunas propuestas para encauzar mejor el modelo económico prevaleciente y centrar el debate. Primero es hora de revisar el código tributario estadounidense para reducir la desigualdad de riqueza estructural. Estados Unidos debería deshacerse del hueco del “interés devengado”, c cláusula que originariamente estaba destinada a fomentar la inversión de largo plazo y se ha convertido en una enorme exención tributaria para financistas que trabajan en capital de riesgo y fondos de cobertura. También se debería eliminar el hueco del “incremento de la base de costos”, que se ha convertido en una manera esencial por la cual los ricos evaden el pago de impuestos cuando legan su riqueza a sus herederos, permitiendo que se vuelvan dinásticos, lo que ha minado el compromiso ostensible de EE. UU. con la meritocracia.
Segundo, se necesita desesperadamente sanear el embrollo de los préstamos estudiantiles -una enorme carga para los jóvenes- creando un fondo fiduciario nacional en la línea de lo que ha hecho Australia. Allí, un estudiante pide prestado lo que necesita para financiar su educación y el préstamo se devuelve a partir de una proporción predeterminada de su ingreso subsiguiente durante una cantidad especificada de años. Los que terminan con ingresos menores en el futuro pagan menos de lo que pidieron prestado, pero esto se compensa con lo que pagan los que ganan más. Y a los graduados que ingresan en ciertas formas de servicio público se les debería ofrecer incentivos de condonación de deuda. Tercero, hay que cambiar los reportes corporativos para alentar un pensamiento sostenible de largo plazo: poner fin a la obsesión con las ganancias trimestrales. Asimismo, las recompras de acciones merecen atención más crítica.
Las empresas del S&P 500 por rutina utilizan las ganancias o el dinero prestado para recomprar sus acciones, en lugar de invertir en nuevas fábricas, líneas de negocios u otros gastos esenciales de capital. Cuarto, es necesario un acuerdo global para gravar las transacciones financieras con un impuesto del 0,1%. Quinto, los países deben aumentar los salarios mínimos e indexarlos por inflación. Sexto, hacen falta nuevas métricas para medir el bienestar neto de costos. El ingreso nacional debería incluir los costos de externalidades como la degradación ambiental o las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Finalmente, deben tomarse medidas urgentes para abordar el cambio climático de manera tal que los costos se repartan de manera justa al interior de los países y entre generaciones. Las políticas de mitigación deben ser atractivas. Los impuestos al carbono son necesarios, pero también lo son los subsidios. En resumen, la política climática debe tener beneficios tangibles hoy si ha de ser políticamente aceptable. En tanto el comercio electrónico reduce la demanda de compras físicas, las comunidades deberían comprar los centros comerciales y las tiendas vacantes –nuevamente con deuda a ser candelada por las generaciones futuras- y reemplazarlos por espacios verdes que capturen carbono. Estas medidas prácticas, en conjunto, servirían de mucho a la hora de materializar la visión del “capitalismo de accionistas” y de sustentabilidad que Davos ha difundido durante medio siglo.