Pánico a las pandemias
'Nuestras capacidades militares actuales son el resultado de billones de dólares de inversión en investigación y desarrollo'.
Cada tanto la humanidad sucumbe a la histeria masiva ante la perspectiva de una pandemia global. Solo en este siglo, el SARS, el H1N1, el ébola, el MERS, el zika y ahora el coronavirus han generado reacciones que en retrospectiva parecen desproporcionadas en relación al impacto real de la enfermedad. En lugar de exasperarnos cada vez que nos sorprende un nuevo patógeno, deberíamos desplegar los mismos recursos, organización y creatividad que aplicamos a construir y gestionar activos militares.
Primero debemos invertir en ciencia y tecnología. Nuestras capacidades militares actuales son el resultado de billones de dólares de inversión en investigación y desarrollo. Sin embargo, destinamos apenas una fracción de esos recursos al desarrollo acelerado de vacunas, antibióticos y diagnóstico para combatir patógenos peligrosos.
Los avances en biología permiten entender el código genético y capacidades mutacionales de un nuevo patógeno. Ahora podemos manipular el sistema inmunológico para combatir la enfermedad y desarrollar rápidamente terapéuticas y diagnósticos más efectivos. Las nuevas vacunas de ARN, por ej., pueden programar nuestras propias células, transformando nuestros organismos en “fábricas de vacunas”.
Los mandatos de organizaciones de investigación como la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos y la Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado, que ya están financiando programas para contrarrestar el bioterrorismo y otras amenazas biológicas, deberían extenderse para respaldar mucha más investigación sobre cómo responder a las pandemias.
Lo segundo es la preparación estratégica. Si bien nuestras instituciones públicas de investigación médica y científica están equipadas con niveles de talento similares, reciben mucho menos respaldo del gobierno. Sería mejor reconocer a los trabajadores de la salud y a los científicos por su servicio, crear la infraestructura para desarrollar y desplegar tecnologías sanitarias de emergencia y financiar proactivamente a las organizaciones encargadas de dar una respuesta a las pandemias.
El gobierno de EE.UU. debería restablecer la unidad cerrada del Consejo de Seguridad Nacional con un “zar pandémico” dedicado, y financiar plenamente a las agencias responsables de manejar la amenaza, incluidos los CDC, el Departamento de Seguridad Interior y los Institutos Nacionales de Salud.
Lo tercero es una respuesta global coordinada. EE. UU. debería respaldar mecanismos globales para identificar y monitorear el surgimiento de patógenos; coordinar una fuerza especial de trabajadores de la salud que pueda desplazarse inmediatamente a sitios epidémicos; crear nuevas herramientas de financiamiento (como un seguro epidémico global) que puedan movilizar rápidamente recursos para dar respuesta en caso de emergencia; y desarrollar y acopiar vacunas.
Los gobiernos deben aumentar el financiamiento para la CEPI - Coalición para la Innovación en Preparación ante las Epidemias-, creada tras la epidemia de ébola de 2014 para desarrollar y distribuir vacunas. Es solo cuestión de tiempo antes de que estemos frente a un patógeno verdaderamente letal capaz de cobrarse muchas más vidas que hasta las peores de nuestras guerras humanas. Necesitamos prepararnos responsablemente hoy.