Rehenes de la historia
'Hay muchos puntos en común para una fructífera cooperación.'
Durante la reciente exacerbación de hostilidades entre Estados Unidos e Irán, el presidente estadounidense Donald Trump tuiteó que estaba preparado para bombardear “52 sitios iraníes (en representación de los 52 rehenes estadounidenses tomados por Irán hace ya muchos años)”.
Su tuit insinúa que su política con respecto a Irán está arraigada en el pasado. Si es así, su gobierno tiene algo en común con el régimen iraní, el cual durante mucho tiempo ha permanecido obsesionado con las heridas reales y percibidas de antaño. Si bien existen problemas reales en disputa entre ambos países, el conflicto hace tiempo que rompió los límites de la racionalidad.
Persiste porque sirve a los intereses políticos internos dentro de cada país. Los partidarios de la línea dura iraní se benefician enormemente de tener un enemigo tan visible contra el cual movilizarse. El régimen ha utilizado cada vez con mayor frecuencia la percepción de la amenaza estadounidense como pretexto para reprimir a su propio pueblo y fomentar el caos en toda la región. Por cada voz en EE. UU. que aboga a favor de un cambio de régimen en Irán, hay iraníes que tratan de defender el régimen por cualquier medio necesario.
Del mismo modo, al escuchar a algunos de los expertos estadounidenses y a la clase política, en algunas ocasiones se tiene la impresión de que la hostilidad hacia Irán fuera un valor fundamental estadounidense. Ya sea su objetivo el cambio de régimen o alguna otra cosa, la mayoría de quienes conforman la clase dirigente estadounidense en materia de política exterior afirman querer que Irán se convierta en un “país normal”.
Todavía es posible aplicar un enfoque más racional y objetivo. Puede que en la actualidad no parezca posible, pero realmente existe un amplio margen para la cooperación bilateral. Los líderes de Irán han insistido durante mucho tiempo en que el propósito del programa nuclear de su país es pacífico. Sin embargo, cuando se considera su comportamiento en el pasado, claramente debe existir un sistema intrusivo de inspecciones internacionales antes de que el mundo pueda confiar en dicha aseveración. Continuar en el punto donde quedó el Plan de Acción Integral Conjunto del año 2015 y negociar un sistema de este tipo no debe considerarse como tarea imposible.
El tuit de Trump insinúa que su política con respecto a Irán está arraigada en el pasado, como si las acciones tomadas hoy irían a representar una respuesta tardía a las heridas infligidas hace mucho tiempo.
Además, ambos países tienen un profundo interés e mantener la estabilidad en Irak y Afganistán. EE. UU. no quiere que estos países se conviertan en satélites iraníes, y los iraníes no quieren que sirvan como bases para perpetrar agresiones contra Irán. Estos objetivos no son irreconciliables; de hecho, una diplomacia adecuada podría lograr los objetivos primarios de ambas partes.
Estados Unidos e Irán también tienen un interés conjunto en desarrollar una estructura de seguridad más sólida para la amplia región del Golfo. Una desescalada gradual del conflicto permitiría a todas las partes centrarse más en sus propias prioridades con vista al futuro, como realizar reformas constructivas a largo plazo.
Mientras EE. UU. e Irán sigan siendo prisioneros de sus respectivas historias, la estabilidad regional estará en riesgo. Hay muchos puntos en común para una fructífera cooperación. Alguien debe dar un paso al frente y demostrar que el campo de acción no está minado.